No he sido sólo yo quien se ha dado cuenta de eso, los psicólogos y educadores también están preocupados con el asunto. Los padres intentan prepararse y tener más conocimiento de cómo criar a sus hijos, pero ya no tienen tiempo para hacerlo.
Quieren hijos felices, pero en la etapa decisiva del desarrollo, donde se establecen las bases de aprendizaje, el carácter y donde se define quien él será como persona, están demasiado ocupados – tienen que garantizar el sostén de la casa, la estabilidad económica para el futuro, conservar la relación sentimental, el éxito en la carrera, mantener el contacto con los amigos sin olvidarse de la vida social…
Demasiadas cosas para hacer, y en la elección de las prioridades, acaban mirando hacia sus hijos pequeños y pensando – ya tendré tiempo para ellos, podremos disfrutar juntos de lo que estoy renunciando ahora, un día me agradecerá por ello.
Desde que naces, hasta los 6 años, el niño desarrolla en un 80% quién será intelectualmente – es una etapa insustituible, sin ida y vuelta. Mirando desde el punto de vista de una criatura que no consigue expresar muy bien lo que siente, es una guerra injusta en un mundo invadido por las distracciones – en el que ellos también son lanzados.
Algunos meses atrás, salí con mi familia para almorzar y me asusté con la escena que vi en la mesa de al lado: un bebé, que no debería tener más de 10 meses, estaba en su sillita, en la punta de la mesa. Mientras todos los demás conversaban animadamente, él tenía una Tablet que aislaba su visión, y murmuraba con el aparato, intentando comunicarse ☹.
Queremos hijos obedientes, felices, inteligentes, pero nos olvidamos de que lo que más los niños reclaman en su un 99% del tiempo es atención, y harán todo lo posible para conseguirlo: rabietas, escándalos públicos, llantos desconsolados, desobediencia, problemas para alimentarse, para dormir…Sí, los niños están cada día más tristes, los padres perdidos y más estressados, y el mundo más egoísta…pero un hombre sabio ya nos dejó escrito hace miles de años atrás lo que debemos hacer por nuestros hijos – enseñarles el camino que deben andar. Y enseñar requiere su presencia, para educar y andar junto con ellos– en la dirección correcta.