“Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo… Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis”. 1 Samuel 17: 4, 8, 9
Esa era la propuesta de Goliat, porque él con casi tres metros de estatura estaba seguro que nadie le podía ganar ni hacer frente, pues conocía a todos los hombres que servían a Saul, sin embargo, su error fue menospreciar al Señor de los ejércitos y no conocer a aquel que Le servía, David.
Hoy en día muchas personas están doblegadas ante los problemas como: enfermedades, vicios, pleitos en la familia, escasez, etc., pero, aquellos que son siervos de Dios como David lo era, no se doblegan ante ningún problema que los quiera amedrentar.
Imagine por un momento, ¿cómo sería si usted le sirviera a su peor enemigo? Humillante ¿verdad?; sin embargo, peor que la derrota es la humillación, por ejemplo, hay mujeres que sufren la humillación de saber que sus esposos no llegan a casa porque están con la amante, pues cuando la persona acepta el problema, entonces estará aceptando también servir al mismo, pero sí, al contrario, decide luchar cada día, entonces con certeza lo vencerá.
Servir a los problemas, quiere decir, convivir con aquello todos los días como algo normal sin ninguna otra perspectiva. Usted no puede ¡nunca! aceptar servir a su enemigo (problemas), ¡porque usted tiene un Dios grande!
El error de Goliat fue pensar que todos los hombres de Israel eran cobardes y que todos servían a Saúl, desconociendo a David, siervo de Dios.
Es imposible que un siervo de Dios se conforme con la humillación, es imposible que Dios permita que aquellos que Le sirven sean humillados. Quien sirve a Dios, no sirve a quienes ya fueron vencidos (problemas). Porque en la cruz el Señor Jesús venció incluso la muerte, esa es la garantía de que si usted lucha obtendrá la victoria.
“Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, mi brazo también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará; sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen”. Salmos 89: 20-23