Cuando usted lee la palabra de Dios y no medita en ella, aunque entienda las historias de la Biblia, no podrá recibir el Espíritu de la palabra; pero al meditar en cada versículo usted podrá ver su vida reflejada en ellos.
“Pero Dios había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. (Génesis 12:1)
Abraham fue llamado por Dios cuando él aún vivía en Harán, tenía su vida establecida en ese lugar junto a su familia y sus posesiones, pero Dios lo llamó y le mandó salir de esa tierra; Abraham oyendo la voz de Dios, obedeció. Podemos ver la calidad de fe que Dios exige en aquellos que son llamados, deben manifestar la fe sacrificial.
Cuando Dios llama a alguien como lo hizo con Abraham, le exige el sacrificio de salir de su tierra, para vivir en la total dependencia de Él; le pide dejar sus parientes para no vivir bajo sus opiniones o consejos, sino vivir únicamente guiados por la voz de Dios.
Abraham era el hijo primogénito, es decir, el heredero de todo lo que su padre tenía; pero Dios le mandó dejar su tierra, su parentela y la CASA DE SU PADRE. Abraham renunció a la herencia familiar para seguir una voz, la voz de Dios, la voz de la fe, que le prometió una tierra que él no conocía, pero que era infinitamente mejor que la tierra donde él vivía.
Cuando Abraham tenía todo arreglado y comenzó a salir de su tierra, es decir; sólo cuando Abraham obedeció, Dios le dio la dirección a donde él debía ir, Canaán. Esta es la fe que agrada a Dios y lo lleva a la tierra prometida; si usted no está dispuesto a obedecer a Dios, no puede hacer parte de Sus planes; lo que Él quiere es que usted sea la propia bendición.
Después que Dios le pidió a Abraham tres tipos de sacrificios, Salir de su tierra, de sus parientes, de la casa de su padre; le hizo la promesa…
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”. (Génesis 12:2)
Dios no le prometió que él sería una gran familia, ¡sino una gran nación! no le prometió una bendición, sino ser la propia bendición; es por eso que muchos viven suplicando por bendiciones, porque todavía no son la propia bendición.
“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. (Génesis 12:3)
A donde Abraham iba, los enemigos que se levantaban contra él caían; porque él se tornó amigo de Dios, o sea, él era la propia bendición. Si usted es obediente como Abraham, Dios le dará el Espíritu Santo para guiarlo en todas sus decisiones y ser la propia bendición; para esto, es necesario dar todo para Dios, toda su vida, igual que hizo Abraham, ES TODO LO SUYO POR EL TODO DE DIOS.