“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. Efesios 5: 1-2
Así como el Señor Jesús se dio por la humanidad, también nosotros debemos ser la propia ofrenda.
¿Qué es ser una ofrenda?
Es cuando una persona que hacía todo tipo de cosas equivocadas e incorrectas, al conocer a Dios, le entrega toda su vieja vida, es decir, se da como ofrenda para Él y, a cambio recibe una nueva vida, la cual muchos no consiguen, debido a que, no se volvieron la propia ofrenda para Dios, consecuentemente, hasta hoy no reciben el Espíritu Santo.
“Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos”. Efesios 5: 5-7
No se puede participar de las cosas del mundo, al contrario, se debe participar e involucrarse con las cosas de Dios y buscar saber qué tiene Él para usted, obviamente, todo lo mejor, en cambio, ¿qué tendrá el mundo para darle? La respuesta es simple, ¿cómo le ha tratado la vida estos años? “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Efesios 5: 15-18 Sea sincero con Dios, entréguele por completo su vida como una ofrenda, no le esconda nada y no le niegue nada, de esa manera Él le llenará con su Santo Espíritu, esa es la voluntad de Dios.
“QUINCE DÍAS FUERON SUFICIENTES PARA ACABAR CON EL SUFRIMIENTO DE MUCHOS AÑOS”.
A temprana edad me casé. Al principio éramos felices, tuvimos un hijo, quien se enfermó, el médico no le encontraba nada; lo llevamos a un curandero y nos dijo que el niño tenía un maleficio que lo llevaría a la muerte.
Mi esposa se sentía desesperada, además estaba enferma, tenía hemorroides. En búsqueda de una vida mejor nos fuimos a otro país, pero todo empeoró. Llegamos a dormir en el piso, no teníamos dinero para comer. Me deprimí, me sumergí en el alcohol y el cigarrillo.
Mi esposa cansada de esa situación, amenazó con separarse, le pedí perdón, le hice promesas, sin embargo, no conseguía cambiar.
Una noche mi esposa vio el programa de la Iglesia y me invitó, fui con ella, ese día me arrodillé e hice un desafío con Dios, le dije: “Si hay un Dios Vivo aquí, entonces mi vida tiene que cambiar”.
Pasaron quince días y Dios me transformó, el gusto y ansiedad por el alcohol y el cigarrillo desaparecieron, al igual que mi fuerte temperamento, mi esposa e hijo fueron curados. Participamos de la Hoguera Santa, fuimos al Altar con una entrega sincera y Dios nos dio el Espíritu Santo, quien nos proporcionó paz y alegría.
También nos dio dirección y así conquistamos la estabilidad financiera.
Hace poco mi esposa comenzó a sufrir con diabetes, pero, ella decidió luchar y a través de la fe hoy está curada, su glucosa está dentro de lo normal.
•• Ángel y Bertha