Las vírgenes prudentes les dijeron a las insensatas que fueran a comprar aceite. Cuando en la Biblia habla del aceite, se refiere al Espíritu de Dios. Y quizás usted pregunte: “Pero, ¿cómo es posible comprar el Espíritu de Dios?” Jesús Se está refiriendo a que la persona pague el precio, que significa la renuncia de sus propias voluntades, la obediencia a la Palabra de Dios, la fidelidad, el sacrificio y la constante vigilancia.
Todos los que realmente desean tener la presencia de Dios deben estar conscientes de que hay un precio a pagar. Las vírgenes prudentes, seguramente, pagaron el precio (sacrificaron) durante el tiempo que esperaban por el Novio. Con seguridad se preparaban invirtiendo en la vida espiritual con oración, ayuno, consagración y renuncias, no dejando que el Espíritu Se apagara.
Por otro lado, existen aquellos que no están dispuestos a pagar el precio. Viven según sus deseos carnales, se rehusan a dejar la vida incorrecta, están dentro de la iglesia, pero lejos de Dios, tienen la lámpara, que es la fe, pero no poseen el aceite que es el Espíritu de Dios.
La única preocupación ha sido resolver sus problemas. No es que esté mal luchar por los milagros, pero necesitamos comprender que más importante que cualquier bendición material es la presencia de Dios en nuestra vida.
Todas las vírgenes tuvieron la misma oportunidad, pero fue tarde para las vírgenes insensatas, porque vivían distraídas, despreocupadas. No permita que eso suceda.
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” (Efesios 5:15-16)