Muchos vienen a la iglesia en busca de milagros, respuestas y soluciones para sus problemas. No obstante, más allá de resolver las dificultades presentes, es necesario resolver una situación que durará toda la eternidad. El destino de su alma.
El obispo Edir Macedo abordó este tema explicando el pasaje en el que Jesús habla de la muerte del hombre rico y de Lázaro, el mendigo (lea Lucas 16:19-31). En esta parábola, Jesús dijo qué es necesario para heredar la vida eterna.
“Nadie se merece el cielo, pero cuando adoptamos la fe en el Señor Jesús, Él nos vuelve justos, merecedores delante del Dios Padre. No se trata de ser bueno, caritativo, se trata de fe. Solamente quien cree en Él como Señor y Salvador conquista la Salvación”, afirmó el obispo.
Usted, ¿en qué se apoya?
Este pasaje suele generar dudas con respecto a si los ricos pueden ser salvos. El obispo Macedo desmintió ideas al explicar que el problema no es tener muchas posesiones, sino poner su confianza, su corazón, en ellas.
“El rico se fue al infierno no por ser rico, sino porque su vida se basaba en las riquezas, en las cosas de este mundo. Cualquier persona que vive en la dependencia de las cosas y las personas no es digna del Señor Jesús (lea Mateo 10:37)”, enseñó.
Él también aclaró que el rico puede ser comparado con el que confía en la sabiduría, los estudios, la fuerza, los familiares, etc. Frente a la muerte, todo eso no tiene ningún poder.
Espíritu de Dios
Pero, cuando la persona recibe el Espíritu Santo, no tiene el corazón en nada ni en nadie. Excepto en el Señor Jesús. Tiene el Espíritu de la dependencia de Dios para mantenerse viva en la fe.
“Quien Lo recibe es fuerte, resistente, vence todo mal, el mundo, el infierno, a sí mismo. Él le guiará por toda la eternidad”, dijo.