Aprendamos lo que es ser una persona decidida con el ejemplo del profeta Elías, un hombre intrépido, valiente y de desafíos.
¿Alguna vez vio caer fuego del cielo? Nunca ¿verdad?
Elías hizo caer fuego del cielo en el Monte Carmelo, llamado hasta hoy el Monte de la Decisión.
En aquellos tiempos el pueblo estaba indeciso y en la miseria, pues habían abandonado al único y verdadero Dios para ir tras Baal, un dios pagano.
Debido a una sequía de tres años en la tierra, todos estaban desesperados, y esa situación se repite constantemente en la vida de muchos hoy en día; las enfermedades, las malas noticias, la miseria, los vicios y todo tipo de problemas llevan a la persona a sentirse en tiempos de sequía, desesperanzadas y desesperadas, sin saber qué hacer, igual que en el pasado, sin embargo, todo ese sufrimiento se debe únicamente a la falta de tomar la decisión de entregarle toda su vida a Dios.
En 1 Reyes 18: 20-21 vemos que El profeta Elías llamó al pueblo para una decisión, creer en el único Dios o en Baal, trayendo esa parte decisiva para el presente, quiere decir que usted no puede quedarse indeciso entre Dios y su propia vida, entre Dios y el pecado, entre Dios y el mundo, ¡usted debe tomar una decisión! ¿a quién quiere servir? ¿a Dios o a sí mismo?
Vale la pena recalcar, que sin Dios la vida de una persona se vuelve seca, es decir, todas sus decisiones serán equivocadas, debido a lo cual vivirá triste, depresivo, sin perspectiva, o sea, vivirá en una constante sequía, la que sólo acabará el día en que usted decida hacer un pacto con Dios, entonces, todo a su alrededor cobrará vida, su familia será restaurada, sus hijos le respetaran, las enfermedades cesarán, y tendrá una vida nueva y transformada, pues la infelicidad sale cuando Dios entra.
«Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar del Señor que estaba arruinado. Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra del Señor diciendo, Israel será tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre del Señor; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Señor, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego del Señor, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡El Señor es el Dios, el Señor es el Dios! Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló». 1 Reyes 18: 30-40
El altar representa el corazón de la persona, y cuando el mismo está en ruinas debido a que dejó a Dios, lo primero que se debe hacer es restaurarlo, es decir, volver al único Dios. Luego se debe hacer lo que Elías hizo, obedecer a Dios. Haga lo mismo, haga lo que Dios le pide, para que Él cambie la historia de su vida.