“Y Moisés apacentaba el rebaño de Jetro su suegro, sacerdote de Madián; y codujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto, y llegó a Horeb, el monte de Dios.
Y se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.” (Éxodo 3.1-2)
Durante 40 años Moisés quedó esperando la manifestación de Dios sin buscarla. Trabajó durante ese tiempo – 4 décadas, sin adquirir si quiera un rebaño propio, no tenía motivación, proyección, perspectivas… Hasta que decidió dirigir su vida hacia el Monte – Sinaí, el Altar del Dios vivo.
Moisés vivía cerca del Monte Sinaí, en la misma región, como mucha gente que vive cerca de una Universal, lo conoce e incluso a veces acuden, pero no suben al Monte – Altar, por eso no hallan respuesta, las maravillas que tanto buscan.