“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. 1 Tesalonicenses 4: 13-17
Muchas personas al perder a un familiar se sienten desesperadas, gritan, lloran desconsoladamente y se preguntan por qué su ser querido se fue, esta reacción es debido a que muchos no tienen la certeza de que su familiar esté en un lugar mejor, ni esperanza de que haya sido salvo.
El hecho de tener la certeza de que después de la muerte se estará siempre con el Señor Jesús, se debe al acto importante de la persona renunciar a todo por la salvación. Quién anhela ser salvo no puede vivir en el pecado. Si la persona desea seguir mintiendo, robando, siendo infiel, etc., puede hacerlo, si así lo decide, pero si decide que quiere estar con el Señor Jesús, debe renunciar a todo, incluso al pecado por la salvación.
Aquella renuncia trae beneficios, porque la persona renunció a algo que le hacía daño. Esa es la decisión más inteligente que se pueda tomar, renunciar a lo malo para obtener el beneficio de aquello que el Señor Jesús prometió, la salvación.
Renunciar no es esconder algo, es la renuncia completa de ese algo.
¡Es todo o nada! No se va al cielo apenas por ser bueno, después de la muerte, sólo irá al lugar de descanso aquel que hizo la voluntad de Dios, luego, los que están “dormidos” como leímos en 1 Tesalonicenses 4:16, subirán primero en el día del arrebatamiento, día en que el Señor Jesús volverá por los suyos.
«Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?». Juan 11:25 – 26
Por eso vale la pena renunciar a todo en este mundo, y quien cree en esa promesa tendrá condiciones que harán posible el hecho de renunciar a la vieja vida y comenzar todo a partir de cero.
“Llegué a pensar que Dios no existía”
Era totalmente depresiva. No me llevaba bien con mi hermano, lo maltrataba física y verbalmente. En casa había escasez, nunca comíamos lo que nos gustaba, sino lo que alcanzaba, hasta la ropa era difícil comprarla. Por todos aquellos proble – mas empecé a pensar que Dios no existía; tiempo después comencé a relacio – narme con personas ateas y otras satánicas. Empecé a investigar sobre el ocultismo y llegué a la conclusión de que era mejor entregarle mi vida al diablo.
BUSCABA LLENAR EL VACÍO QUE SENTÍA CON: AMISTADES, YENDO A FIESTAS E INGIRIENDO ALCOHOL. INCLUSO, APARENTABA SER UNA JOVEN FELIZ Y LLENA DE VIDA”.
Pero, cuando me encontraba sola, me sentía oprimida, infeliz, sin valor y con muchas ganas de morir, por eso intenté quitarme la vida. Mi mamá me llevó a la Iglesia Universal, donde mi vida cambió por completo.
Participando de las reuniones fui liberada de la depresión, de la rebeldía y del deseo de morir. Le entregué toda mi vida a Dios y Él me transformó, me liberó de la depresión , recibí el Espíritu Santo, Quien me convirtió en una nueva joven, feliz, llena de paz y con actitudes para conquistar, porque Él es quien nos capacita.
Quería mi independencia económica, y Dios no me dejó sola en la realización de ese sueño. Mi visión se abrió y empecé mi propia Academia de Artes, la cual gracias a Dios está creciendo rápidamente desde su creación.
Hoy puedo decir que renunciar a la vieja vida abrió el camino para una nueva vida. Dios me salvó y colocó en mí Su Espíritu y Él es quien me conduce a la victoria.
•• Andrea Lojano IURD Cuenca