“Mas yo, por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; me postraré en tu santo templo con reverencia y temor” Salmo 5.7
Es así que debemos entrar en la Casa de Dios, con reverencia y temor. Con humildad, postrándonos delante de Él, de corazón limpio y con todas nuestras fuerzas y entendimiento.