Raisa (nombre falso para protejer su identidad) con una mirada de decepción nos cuenta que ejerce la profesión de trabajadora sexual desde que era menor de edad y actualmente tiene 18 años en el negocio, es madre soltera y trabaja para sobrevivir en un abismo de inconformidades sociales manteniendo a su madre enferma y a sus hijos que están en etapa escolar, “Es difícil porque nuestra sonrisa es nuestro currículum y a veces sonreímos para ganar clientes pero estamos destrozadas por dentro, aguantamos humillaciones, maltratos verbales y físicos pero continuamos de pie”.
El número de mujeres que ejercen el oficio de trabajadoras sexuales va en aumento en el país, según un estudio realizado en junio del año pasado por la Red de Trabajadoras Sexuales del Ecuador (RedTraSex). El 79% de las mujeres que se dedican a esta actividad se encuentran entre los 18 y 65 años de edad.
La problemática social enmarcada por los conflictos personales obligan a mujeres adolescentes, madres y de tercera edad a ser menoscabadas, humilladas, menospreciadas, golpeadas, insultadas y despreciadas por aquellos que saben el oficio que ejercen.
Jesús al lado de un pozo encontró una mujer que no era feliz en su vida sentimental y le dijo: “…cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás.” Juan 4: 13. De esta manera se inició el desayuno preparado para las Trabajadoras Sexuales del prostíbulo “22 de Noviembre” que tuvo lugar en la Iglesia Universal de Milagro, este martes 15 de abril del presente año.
Decenas de mujeres que trabajan en el mencionado lugar asistieron voluntariamente con mucha alegría para disfrutar del desayuno, con la intervención musical de la señora Iriene, y el trabajo conjunto de las señoras que integran el proyecto RAHAB quienes compartieron sus historias de vida antes de conocer a Jesús.
“Cada una tiene una historia que contar, Jesús le dio a la samaritana una agua que saciaría su sed (espiritual), y Dios también nos la ha dado a todas nosotras”, con esta frase la señora Patricia Barboza ganó la atención de las presentes.
Recibieron también atendimiento espiritual por parte de las voluntarias y todas las presentes se sintieron muy a gusto.