La fuerza humana es limitada. La fuerza del mal también es limitada. Pero la fuerza de Dios no tiene límites.
No importa el tamaño de su problema. No importa cuan numerosa es la multitud que usted necesita enfrentar. No tenga miedo, pues con nosotros está el Señor, nuestro Dios. No apenas para ayudarnos, sino también para guerrear nuestras guerras. Usted no está solo.
Sea fuerte y valiente. Hay Alguien con usted, mayor que todos sus problemas.
La fuerza humana es limitada. La fuerza del mal también es limitada. Pero la fuerza de Dios, que está dentro de usted, no tiene límites. Cuando usted ejerce su fe y Él hace Su parte, no existen barreras, no existen límites. Esa fuerza ya está dentro de usted.
Un abuso me llevó a sentir que mi vida ya no tenía sentido…
Desde la infancia sufrí a causa de la pérdida de mis abuelos, me volví una niña triste y vacía, en la adolescencia pasé a sufrir con dolores en el vientre, la nariz me sangraba sin motivo alguno, debido a esto me llevaron a los brujos, ellos no nos daban ningún pronóstico, pero en manos de uno de ellos fui abusada sexualmente.
Mi tía me llevó al psicólogo, según ella para que así pudiera superar todos los traumas que tenía. Me hicieron varias sesiones, pero el dolor en mi interior no desaparecía, les conté todo lo que sentía, me desahogaba, pero al llegar a la casa todo seguía igual. Mi vida no tenía sentido.
Económicamente había miseria, por más que mi mamá se esforzaba para salir a trabajar e intentar solventar los gastos, el dinero no alcanzaba, a veces dependíamos de otros para comer.
Llegó un momento en que sentía que iba a explotar, ya no aguantaba más esos sentimientos que roían en mi interior, haciéndome sentir que no valía nada.
Una tía que asistía a la Iglesia Universal me invitó a una reunión. Desde el primer día sentí un alivio en mi ser. Aquel día pude dormir sin llorar, sin ningún tipo de perturbación.
A través de los propósitos en las reuniones, aprendí a usar mi fe y así fui liberada y curada totalmente. Me entregué a Dios completamente, me bauticé en las aguas, luego recibí el Espíritu Santo, Quien me transformó en una nueva mujer, vencí los traumas, me torné segura, se que Dios me capacita para cualquier situación. Tengo un excelente trabajo que me permite tener una vida económica estable, pero lo principal es que soy feliz, tengo alegría, paz y ganas de seguir adelante cada día. (Sra. Jessica Torres)
Participe en la Concentración de Fe y Milagros y aprenda cómo mantener un pacto con Dios, todos los domingos a las 9H, en la Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar.