Si regresáramos el tiempo, te darías cuenta de la sonrisa que siempre traías en el rostro, incluso en aquellos momentos no tan favorables. La alegría era parte de ti, tanto que podías contagiarla a quien estuviera a lado tuyo, sea en casa o en el trabajo. Sin contar que siempre tenías una palabra de ánimo para lo demás y si bien tu economía no estaba como anhelabas, eso no te robaba la calma. De pronto, algo pasó y todas esas virtudes fueron opacadas, tal vez por una situación que superaba tus fuerzas, quizás no.
Ahora, difícilmente sonríes y todos los momentos para ti se volvieron negativos. ¿Salir a pasear? ¡Ni pensarlo! Pareciera que la cama es el mejor lugar para estar, aunque sólo la tienes que dejar porque el trabajo te espera… ¿Aspiraciones? Ya no hay, ¡tampoco paz!
Sabes que algo te pasa, pero no sabes a quién contárselo y prefieres callarte. Llorar se ha vuelto la única forma de expresar lo que sientes y pasas madrugadas enteras haciéndolo, ¡ya no puedes más! Sin embargo, día y noche, te preguntas cómo puedes darle fin a esa depresión, que te ha estado robando los momentos más maravillosos de tu vida, al lado de quienes aún te demuestran su amor.
Puede ser que, hasta hoy, no hayas encontrado una manera de llenar ese vacío, o bien, lo intentas de una forma equivocada, como alcoholizándote y metiéndote alguna sustancia que sólo te ha hecho dependiente a ella. No obstante, debes entender una cosa: nada que hay afuera, a tu alrededor, podrá hacerte sentir bien, debido a que tu problema viene de adentro, de tu interior. Es tu alma pidiendo ayuda, gritando desesperadamente por auxilio.
«Encontré la paz que necesitaba, estoy curada de la depresión»
Mirta – Curada de depresión
“Estaba deprimida, sufría de los nervios y tenía problemas espirituales. Además, tenía una molestia en el estómago que no me dejaba dormir y me salieron ganglios en las axilas.
Sentía una presencia a mi lado que me hablaba. No tenía paz, así fue toda mi vida. Además, trabajaba muchas horas y la plata no me alcanzaba”, nos cuenta Mirta cuando le preguntamos, cómo era su vida antes de llegar a la Iglesia Universal.
La tragedia llegó a su vida con la muerte de su padre. Pero cuando sufrió otra pérdida se dio cuenta que le faltaban fuerzas para seguir adelante: “Cuando falleció mi hermano, agarré un arma, me la puse en la cabeza, intenté dispararme, pero no gatillé”, añade.
Fue en ese momento que Mirta conoció la Iglesia Universal: “Aquí entendí que no tenía que vivir con tanto sufrimiento.
El primer viernes que participé, fue algo maravilloso. Pude dormir bien, nunca había experimentado algo así, antes dormía, pero mi mente no descansaba.
Después, salí de la depresión y de los otros síntomas. Los ganglios y la molestia en el estómago desaparecieron. Ahora organizo mi vida de otra manera, Dios la cambió. Puedo dialogar con mi familia. En lo económico, antes trabajaba una semana para lo que gano hoy en un día. Hoy tengo paz y soy feliz porque Dios entró en mi corazón”, finaliza .
¿Qué puede sanar el alma? Lee el siguiente versículo: “¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador!” (Salmos 42:11).
En Dios está la solución para tus conflictos. Acércate a Él mediante una oración pidiéndole ayuda. O si prefieres, acude este viernes a una de las Iglesias Universal más cercana a tu hogar, ya que se está realizando una reunión especial en contra de la depresión y todas sus raíces, a las 10 de la mañana. Además, puedes buscar a algún pastor para que te dé una orientación personal, si así lo deseas. ¡No es el fin de todo! Aún te queda una vida por delante para ser feliz y metas que cumplir, pero qué mejor haciéndolo de la mano de Dios. ¡Date la oportunidad!
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