Un pacto con Dios protege nuestra vida y nuestra familia de todos los males que afectan a muchos en los días de hoy.
No hay que temer. Cuando se tiene un compromiso con Dios, hay protección y libramiento. Pueden hacer lo que sea en nuestra contra, pero no hay envidia, mal de ojo, ni nada que pueda perjudicar a aquel que hizo un pacto con Dios.
¿Pero cómo hacer ese pacto? ¿Cómo mantenerse en él? La respuesta es: Sacrificio diario, renuncia de la propia voluntad. Entrega completa de vida. Día tras día. Negarse a sí mismo. El pacto debe ser mantenido con esfuerzo. No hay otra salida. No hay omelet sin quebrar los huevos. No hay Salvación sin fe sacrificial.
El vacío que sentía era tan grande que intenté quitarme la vida…
“Desde pequeño vi a mi padre llegando a la casa borracho, él no era responsable con sus obligaciones por eso mpecé a trabajar,lo poco que ganaba, lo gastaba con alcohol, cigarrillo y saliendo con mujeres.
Mi mamá me envió a vivir a otro país, ella decía que allá me iría mejor, pero no fue así, obtuve mejores ingresos, los que seguía mal gastando, empecé a consumir marihuana, no dejaba el alcohol y por causa del vacío que sentía, me tatuaba el cuerpo.
En una ocasión intenté suicidarme, pues no le veía sentido a mi vida”, cuenta Franklin.
Mientras tanto, Lourdes, a su decir: “Sufría con pesadillas e intentaba llenar el vacío que sentía yendo a fiestas, saliendo con amigas, incluso tuve varias relaciones sentimentales, que no dieron cierto, pero el fracaso en el matrimonio fue algo que me afectó mucho, debido a lo que, no quería saber nada al respecto de la vida sentimental, me enfoqué apenas en trabajar.
Luego me detectaron estrés agudo, el médico dijo que no había cura.” relata.
“Cuando llegué a la Iglesia Universal aprendí a usar mi fe y depositar mi confianza en Dios, de esta manera vencí los vicios y dejé aquella vida errada que vivía. Pero cuando recibí el Espíritu Santo aquel vacío que sentía fue llenado, empecé a tener paz, alegría y ganas de vencer en la vida. Cuando volví a Ecuador, seguí asistiendo a la Iglesia, donde conocí a Lourdes, mi esposa, ella había vencido las enfermedades, y todos sus problemas a través de la fe, también había recibido el mayor de todos los milagros, el Espíritu Santo. Nos casamos y así nos complementamos. Hoy somos felices, nos amamos, nos valoramos, en nuestro hogar hay respeto y comprensión. Por otro lado, Dios nos bendijo, conquistamos un carro, una casa y nuestro propio negocio”, finaliza Franklin muy feliz junto a su esposa.
La presencia del Espíritu de Dios en nuestras vidas, ha representado el mayor motivo de felicidad para nosotros, y con Su dirección hemos conquistado aquello que en el pasado no teníamos.
Participe en la Concentración de Fe y Milagros y aprenda cómo mantener un pacto con Dios, todos los domingos a las 9H, en la Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil.