Hay algo en mi infancia que me gusta mucho recordar: mi tiempo de estudiante. Me encantaba ir a la escuela, escribir, dibujar y aprender. Mis cuadernos y libros no podían tener ni una doblez. No recuerdo haber dejado de hacer mis tareas ni un sólo día.
Ese amor y dedicación por los estudios estaba en mí, pero los primeros profesores que tuve contribuyeron mucho.
Fueron profesoras que me dieron atención y cariño. Algunos de ellos eran más enérgicos, pero con toda razón, de otra manera perderían el dominio sobre los alumnos. Solamente en secundaria es que tuve la decepción de conocer a algunos que poco me añadieron y que ni les recuerdo.
Quien enseña tiene una gran responsabilidad que no se limita a la disciplina o a un aula, sino a la vida.
La capacidad de influenciar una mente virgen, como de un niño en pre escolar, es algo fantástico. ¿Cómo alguien al que le gusta educar podría dejar pasar esa oportunidad?
Por esa razón, jamás use un tono irónico con las personas, mucho menos reprenda o se burle delante a los demás. Eso solo disminuye y lastima.
Cuidado con las injusticias. Ni todo lo que parece es de hecho así. Observe y escuche antes de tomar actitudes.
Una de las mayores reclamaciones es de la crueldad de algunos profesores. Llegan a demonstrar satisfacción en dar bajas calificaciones, denunciar a los alumnos a los responsables y así ser castigados. Misericordia es un bien que hacemos a quien no merece. Claro que no quiero decir que usted tendrá que dar buenas calificaciones a quien no hace nada por merecerlas, pero hay muchas maneras de demostrar amor.
Cuanta arrogancia vemos en algunos profesores, especialmente en la universidad, donde en lo alto de sus diplomas y conocimientos, llegan a burlarse de la fe cristiana y de sus alumnos fieles. Insultan la Biblia, menosprecian creencias y luchan contra convicciones que fueron plantadas en las familias y en las iglesias.
Afortunadamente, no son la mayoría. Y los alumnos que realmente están fundamentados logran permanecer, a pesar del desprecio que sufren.
El profesor tiene el poder de hacer que el alumno ame u odie una materia para siempre. Y eso puede alterar una de las principales elecciones de la vida, que es la profesión.
Dediqué algunas líneas para hablar del papel de los profesores, pero sé que existen, en contrapartida, muchos malos alumnos. Desinteresados, sin respecto, mal educados, tramposos en los exámenes etc. Y para ellos, no importa qué tipo de profesor tienen.
Poder enseñar es una dádiva. Quien tiene debe aprovechar todos los días para sembrar lo que va a permanecer para siempre.