¿Le gustaría vivir en un lugar extremadamente sucio y repleto de basura? Muy probablemente no.
Muchas personas dicen que no les gusta la suciedad, sin embargo, guardan mucha basura en su interior. Son cosas como: malos sentimientos, orgullo, egoísmo, vanidad, creencias, prepotencia, resentimiento… Por esta razón, el Espíritu Santo no desciende para habitar en ellas. Él jamás viviría en un cuerpo que guarda tanta suciedad.