Deudas, salud debilitada, alcoholismo, ataques de pánico y problemas relacionados con la vida sentimental y familiar eran algunas de las cuestiones más graves en la vida de Roberto Carlos de 31 años. Él, incluso, conseguía algunos trabajos, pero no los mantenía. “Monté empresas que no fueron bien por lo que acumulé miles de deudas que me llevaron a pedir dinero a prestamistas”. -nos explica. A lo largo de este tiempo, Roberto comenzó a padecer una depresión y llegó incluso a tener pensamientos suicidas. “Para empeorar las cosas, sentía fuertes dolores en la columna que me hacían retorcerme durante toda la noche. Seguí tratamientos y tomaba medicamentos… pero no conseguía curarme. Empecé a tener ataques de pánico, me sentía perseguido y tenía un gran vacío en mi interior”. Todos los problemas me llevaron a volverme adicto al alcohol. “Bebía cerveza, whisky y ron. La bebida era mi única salida. Cierta vez, terminé en el hospital porque me quedé inconsciente”. Respecto a la vida sentimental, Roberto Carlos no conseguía acertar con nadie. “Mis relaciones duraban entre 3 y 7 meses, me relacionaba siempre con personas equivocadas.
Además, procedía de un hogar marcado por las discusiones” – recuerda.
GIRO INESPERADO
Roberto Carlos intentó conseguir la solución en varias denominaciones religiosas, pero todo fue en vano. “Por medio de un conocido oí hablar sobre la Iglesia Universal. Partcipando de las reuniones, conseguí la liberación espiritual y de los vicios. Después, conocí a Tatiana, con quien estoy casado. Con el tiempo, mi vida profesional, fue cambiando. Trabajé en una financiera relacionada con el sector de préstamos y aprendí cómo funcionaba el trabajo.
“Dios, me dio la dirección para abrir una empresa en este sector”. La empresa se desarrolló, logró muchos clientes, pagó las deudas, compró bienes (coches, una casa que regaló a su madre) y afianzó la estructura de la empresa, que hoy ya cuenta con casi cinco años. “Sólo tengo cosas que agradecer a Dios pues, estoy curado, liberado y tengo estabilidad. Este cambio ha sido un milagro. Y, por si esto fuera poco, además, mi padre, al día de hoy también asiste a las reuniones” – culmina Roberto Carlos