“No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No los adorarás ni los servirás]; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20.4-6)
Ese segundo Mandamiento complementa muy bien el primero. Después de dejar bien claro que Él es el Único, una de Sus mayores diferencias está justamente en este Mandamiento: Él no necesita de una imagen para ser reconocido, apreciado, o servido.
Todos los otros “dioses” necesitan ser palpados de alguna forma. No el Dios de Israel. Él es el Dios invisible, y para tenerse contacto con Él usted necesita de fe. Fe de que Él está oyendo su oración. Fe de que Él te comprende. Fe de que Él está presente, aunque sus ojos no consiguen verlo.
Ahora usted entiende mejor aquel versículo bíblico que dice:
“Más mi justo vivira por la fe; y si retrocede, mi alma no se complacera en él”. (Hebreos 10.38)
Es sólo a través de la fe que nos podemos comunicar con el Dios de Abraham, Isaac, y Jacob. Y cuando estamos en la duda, cuando nos quedamos entre esto o lo otro, el miedo, el recelo, es porque estamos lejos de Él…Todo lo que Él pide de usted es que crea en lo que Él prometió de tal forma que usted viva su Palabra, sin necesitar que las circunstancias a su alrededor sean favorables.
Las personas se alejan de Dios justamente por eso – ellas no creen pues quieren ver, coger, tocar, oír, sentir… por no ver resultados inmediatos de su fe. Por no siempre sintieran su presencia. Por no aguantar la presión del pecado. Ellas quieren tratar a Dios como tratan a los otros “dioses” por ahí, que pueden ser cargados, usados, aplastados, colgados, y perdidos.
Aquel que vive por lo que ve y siente, sólo alcanza lo que eso les capacita a alcanzar. Aquel que vive por lo que cree, alcanza lo que nunca podría alcanzar: Dios y todas Sus promesas.
Seguiremos con este tema.
¡Quede en la Fe!