Mi familia me veía como la oveja negra y pensaban que no iba a cambiar. En mis estudios estaba muy mal al punto que en mi colegio me querían expulsar. Me sentía frustrado, sin ánimo para nada. Como faltaba comunicación en mi casa y no podía hablar con mis padres, terminé involucrándome con malas amistades y volviéndome adicto a la pornografía. Participando en el Ayuno de Daniel, recibí al Espíritu Santo y a partir de ese momento mi vida cambió por completo, hoy tengo paz, soy una persona sana y libre de todos los vicios.