¡Eres una joven cristiana y estudiante! ¿Cómo lidiar con ciertos dilemas que vienen a tu mente? Fíjate si algunos de estos te suenan familiares: “¿Por qué no debo ir a las fiestas de mi facultad? ¿Por qué no debo participar de las salidas, juegos universitarios? ¿Cuál es el problema de hacerles apenas compañía a mis amigas en el bar, cerca de la facu? ¿Por qué no debo ir a los bailes con los chicos de mi curso? ¿Qué mal hay en eso? Hello!!! Soy una persona sociable, ¡no un ET!”. Quien te escucha hablar así, con tanta seguridad, llega a convencerse de que está todo bajo control. ¿Pero realmente lo está?
Déjame preguntarte una cosa: ¿Qué es el mundo para ti? ¿Te atrae? ¡Sé sincera! Porque, a veces, vas a la iglesia, participas de reuniones y grupos, pero en realidad no estás convencida de que el mejor lugar para estar es aquí. Lo que realmente querrías es estar allí afuera, en las fiestas, ¡con tus amigos! Lo que te despierta es la llegada del viernes, cuando la gente va a confraternizar en el bar y tú, “¡¿qué hacer?!”, vas con ellos solo para acompañar. Puede ser que no vayas, pero no por no tener ganas (¡porque eso sobra!) sino por preocupación de que alguien de la iglesia te vea allá o por miedo de que Jesús vuelva justo en aquel momento y vayas directo al infierno! ¿Me vas a decir que nunca pensaste en eso? ¿Puedo decirte una cosa? Aunque Jesús volviese mientras estés dentro de la iglesia, tal vez no vayas al cielo! Ese miedo viene por el hecho de que tu alma aún se siente atraída por este mundo. Ella ama todo ese esplendor, pero al mismo tiempo teme por un fin de dolor y sufrimiento eterno.
Quién sabe, si estás leyendo este post y esté viviendo un dilema como este. Vas a la iglesia, pero no te parece que haya ningún problema en estar en ambientes mundanos. Aunque no sean los ambientes más convenientes para que esté una joven cristiana, no quieres dejar esa vida, soltarla! Intentas convencerte: “Estoy en este mundo, pero no pertenezco a él, está todo bajo el más absoluto control”. Está todo bien, ¿no? Incluso porque si tu conciencia pesa la mañana siguiente, existe un Jesús que siempre está listo para perdonarte!
¿Pero hasta cuándo te vas a engañar? Quiero alertarte a ti que has seguido a dos señores y eso no es admitido por nuestro Dios: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6.24). ¿Cuál ha sido tu riqueza? ¿Son los placeres que las fiestas y orgías de este mundo proporcionan? ¿Es tu curiosidad de conocer todo el colorido de este mundo gris y sucio?
Cuando vengan estas preguntas a tu menta, rebate estos dilemas con una pregunta: “Si Jesús estuviese aquí conmigo, ¿Él iría a estar en este lugar o haría tal cosa?” Cuando te haces esta pregunta y la respuesta es no, entonces ¿por qué aún estás pensando en la posibilidad de ir y hacer? Por ejemplo: ¿Crees realmente que el Señor Jesús te acompañaría a un bar con tus amigos? ¿O tal vez Él iría a un baile contigo? Quien sabe, ¿Él iría a una ronda de cervezas para conmemorar el fin de los exámenes?! ¿Imaginas al Señor en estas situaciones? No estoy diciendo que serás una extraterrestre, pero si eso fuera necesario para mantener tu fe, ¡ese es el precio a pagar! ¿Crees que es muy difícil? ¡Eso forma parte de tener comunión con Dios! Recuerda, muchas veces no tendrás ganas de renunciar a este mundo, pero no vivimos por lo que sentimos y sí por lo que es correcto, ¿no es cierto? Transfórmate en una #EstudianteBlindada y no influenciada. ¡Influencia! ¡Ten comunión con Dios! ¡Deja que Él coloree tu mundo interior!
¡Nos vemos por ahí, o por aquí!