Dime si esto te suena familiar: cuando estabas en el bachillerato, un compañero que no conocías muy bien obtenía una mejor nota que tú en un examen importante. Muy bien, no te importaba.
Sin embargo, en el mismo examen, la calificación de tu mejor amigo era más alta que la tuya. Te sientes feliz por tu amigo, pero por alguna extraña razón, también te sientes un poco frustrado de que te haya superado, y además te sientes culpable por estar resentido debido al éxito de tu amigo.
Está bien, no significa que seas una mala persona. Nuestros cerebros están programados para sentir una mezcla confusa de orgullo y celos.
Abraham Tesser fue el primero que investigó este fenómeno y publicó un estudio en 1988 en el que explica que nuestra autoevaluación se ve mucho más amenazada por los seres queridos que sobresalen en áreas mediante las que nos definimos, que por desconocidos que destacan exactamente de la misma manera.
De hecho, nuestros cerebros están tan inclinados a hacer estas comparaciones que, en un experimento, los participantes sabotearon activamente a sus amigos para que no tuvieran éxito. ¿Cuál es la peor parte? Ni siquiera se daban cuenta de que lo estaban haciendo.
Lo que sucede es lo siguiente: cuando alguien a quien amamos tiene éxito en algo en lo que nosotros también queremos tenerlo, nuestros cerebros establecen una lucha subconsciente –alimentada por nuestros instintos de interés propio– entre el orgullo y los celos, según escribió Shankar Vedantam en su fascinante libro El cerebro oculto. Normalmente no somos capaces de explicar por qué nos sentimos así, sin embargo, la emoción es muy real.
¿Qué podemos hacer?
Como muchos de los comportamientos atribuibles al subconsciente, no podemos corregir lo que no podemos ver. Pero hay maneras de desviar esos sentimientos antes de que sucedan, y puedes entrenarte para reconocer los síntomas al momento de expresarlos.
Cuando los celos comienzan a aparecer, en lugar de explicar el éxito de tu amigo como algo que podrías haber hecho tú pero fallaste, intenta encontrar los aspectos contrastantes de su éxito para no alentar esa comparación implícita, escribe Vedantam.
Digamos, por ejemplo, que tu mejor amigo obtiene un premio en el campo de estudio que comparten. En lugar de preguntarte: “¿Por qué no gané yo el premio?”, encuentra las características que hacen al trabajo de tu amigo diferente del tuyo y de las metas que tú te has establecido. Acepta y celebra el logro de tu amigo; los estudios han demostrado que los logros de un ser querido incluso pueden contagiarte, lo que incrementa tu propia autoevaluación. (I)
Estudio
Comportamiento
Naturaleza
Por instinto los seres humanos nos comparamos más con gente cercana a nosotros, a pesar de que, paradójicamente, eso puede provocar resentimiento.
Celebrar mérito
Lo más importante es recordar lo siguiente: el éxito de alguien más no le quita valor al tuyo. Incluso si todavía no has tenido la oportunidad de ganar ese premio.
fuente: https://www.eluniverso.com