¿El timbre de casa ya sonó a la hora de la comida sin haber quedado con alguien?
¿Conoce a una persona exagerada en querer ayudar y que se ofrece para todo?
¿Ya recibió una visita que no sabía la hora de irse?
Vamos a hablar de esas situaciones que provocan vergüenza y a veces nos dejan desconcertadas, sin saber que hacer. Ya les adelanto que voy a necesitar de su ayuda para decir aquello que es difícil de ser dicho, pero necesario en los días de hoy.
Que bueno sería si pudiéramos evitar momentos embarazosos, personas desagradables, situaciones que causan vergüenza ajena, preguntas indiscretas… pero como eso no es posible, con sinceridad vamos a intentar disminuir las molestias que causan.
Yo creo que hay personas que cometen errores porque son ingenuas, pero otras porque no se ponen en su debido lugar, y cuanto más abordamos estos asuntos, más oportunidades todos tenemos de aprender.
Vea sobre las situaciones que hablamos arriba:
*Todas las personas más allá de tener compromisos, están a gusto en el interior de sus casas. Recibir a una visita por más conocida que sea, exige preparación, pues nadie quiere ser encontrada con los muebles patas arriba y haciendo la limpieza.
Queremos estar con la casa limpia y oliendo bien, dar atención, tener tiempo para conversar, tomar un café. Así que, jamás debemos ir a la casa de alguien sin ser invitadas o sin previo aviso. Y las visitas deben ser objetivas y rápidas.
Es muy feo estar con prisa para un compromiso, y la otra persona no se percata, no terminar el asunto, usted intenta de todo y ella no se va.
Jamás espere a que llegue la hora de la comida. Si usted ve que se aproxima el horario, lo mejor que puede hacer es despedirse e irse. Muchas veces la invitación es hecha por educación, y eso no quiere decir que usted debe quedarse.
*Ayudar y tener disposición es algo muy noble, pero en exceso causa antipatía, cuidado. ¿Usted conoce a personas que no son solicitadas y van haciendo todas las tareas y aparece con todas las soluciones? Eso es muy feo, y también provoca desconfianzas sobre sus intenciones.
Hay momentos en los que debemos tomar actitudes, pero hay otros, en los que nuestra ayuda será bienvenida si nos la piden. Tenemos que tener siempre la sensibilidad en conocer los limites de la simpatía y de la generosidad, pues todo que es en demasía perjudica e incomoda. Y claro, si esa disposición es solo hacia a algunas personas, peor todavía, no sé si me entiende.
Eso tiene que ser observado también en la iglesia, en el deseo de ayudar a las personas y al pastor, muchas veces la obrera asume todas las responsabilidades y anula a las demás, atienden demasiado y aconsejando a las mismas personas, excede a la hora conveniente – hay pastores que tienen incluso que decir – “Obrera, es hora de irse a casa”.
¿Será que usted ya oyó eso? jeje.
Contribuir es siempre muy bueno, pero sin meterse donde no le llaman, incluso teniendo buenas intenciones.
Recuerdo muy bien de cuando era niña, de las muchas recomendaciones que recibía de mi mamá, y de lo que traía un castigo mayor, jeje:
“Compórtate bien en la casa de los demás”; “jamás te metas en las conversaciones de las personas mayores”; “cuando haya visita en la casa, no pidas comida, no se sabe si alcanzará para servir a todos”; no te ofrezcas para ir a la casa de las compañeras”; y usted también debe haber recibido muchas recomendaciones que le hicieron bien, ¿no es verdad?
Sería muy bueno que el ponerse en su lugar fuese suficiente para resolver estos casos. Por desgracia, en algunas situaciones que son demasiado repetitivas, para evitar la molestia , será necesario hablar, con delicadeza, pero hablar. Y claro, si quiere una ayuda extra, use este post para decir todo lo que le gustaría.
En la convivencia, aunque virtual, hemos aprendido grandes lecciones. Si usted ya pasó por alguna de esas situaciones, solicito su ayuda, denos su consejo experto.