La voluntad de Dios para el ser humano, es que éste reciba el Espíritu Santo.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”. Mateo 11:9-13
Si le pide a Dios que le cure, libere o que transforme su familia, Él lo hará, sin embargo, más importante que todo aquello, es que Su Espíritu habite en usted.
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. Mateo 7: 12
Haga con su prójimo como quiere que hagan con usted, incluso, si la persona se cree su enemiga, ore por ella, es lo que el Señor Jesús enseñó con Su ejemplo. Antes de morir en la cruz, estaba rodeado de gente que lo odiaba, soldados que lo azotaron y clavaron en la cruz, que le escupieron el rostro y se burlaron de Él, sin embargo, Él oró diciendo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Todo ser humano sabe bien lo que hace mal y lo que hace bien, nadie necesita decírselo; sabe si es buen esposo, madre, padre, hijo, empleado o patrón, sin embargo, a veces, la persona decide hacer lo malo.
Por eso, haga el bien a todos y no se canse de hacerlo. Cuando usted hace el bien, en realidad está terminando con la división en la familia, el desamor entre la pareja, la pelea entre familiares, con la envidia entre compañeros y eso, será una bendición en su vida y en su entorno.
“Mi vida estaba destruida en todos los aspectos y no veía una salida”
Antes de llegar a la Iglesia Universal, estaba pasando por muchos problemas en todas las áreas de mi vida. Sufrí por más de veinte años con migraña, los dolores eran muy intensos, al punto de gritar. Tomaba medicamentos, pero al cabo de unas horas el dolor volvía con más intensidad, por otro lado, mi esposo tomaba mucho, eso generaba discusiones y maltrato verbales entre nosotros.
TODO DESEMBOCÓ EN UN CUADRO DE DEPRESIÓN, POR LO CUAL LLORABA MUCHO, A VECES QUERÍA MORIRME PARA NO SUFRIR MÁS.
Un día vi el programa de televisión de la Iglesia Universal, los testimonios así como lo que el pastor decía llamaron mi atención y me sentí identificada con todo. Decidí ir con toda mi familia a una reunión; al principio la idea era luchar y ver los milagros. Aprendí a usar la fe en cada reunión y a medida que iba pasando el tiempo fui viendo los cambios, fui curada, el fuerte temperamento que tenía se convirtió en calma, las discusiones con mi esposo cesaron, él dejó el alcohol, mi depresión, el llanto y el deseo de morir desaparecieron.
Entendí que yo necesitaba una transformación en mi vida espiritual. Pasé a obedecer la Palabra de Dios, le entregué mi vida, me bauticé en las aguas, poco tiempo después recibí el Espíritu Santo, Él me trajo paz, alegría, seguridad, dominio propio y unas ganas inmensas de hablar de Jesús para todos. Aquella Jessica que era antes, no existe más, ahora soy una nueva persona, tengo absoluta confianza en Dios, fuerzas para seguir luchando por mi familia, por mis sueños y por aquellos que sufren con tantos problemas como un día yo sufrí.
•• Jessica Naula junto a su esposo e hija