La mayoría de nosotros valoramos cuando cae la noche. La labor diaria se acaba, y el momento de descansar se acerca. Normalmente, los días siempre son llenos de ocupaciones, pues las tareas y los compromisos nos desafían todo el tiempo, pero es en el momento del descanso que recuperamos nuestras fuerzas para el día siguiente. El sueño es una dádiva Divina que tiene la gran eficacia en restaurarnos para nuevas luchas.
Poner la cabeza en la almohada, para mí tiene un efecto calmante, pues en ese momento, cuando estoy sola y en el silencio con mi conciencia, puedo recordar todo lo que pasó durante el día. Tener el testimonio de mi conciencia aprobando mis acciones es lo que verdaderamente me trae descanso. No importa si la almohada es de pluma de ganso o de la espuma más barata que hay, lo que la hace suave y lo que me trae conforto de hecho es saber que no negocié mis principios a cambio de ventajas, no transgredí aquello que para mí es correcto, no herí o fui injusta con nadie.
El cultivo de una relación saludable con mi conciencia es de inestimable valor para mí, pues soy la responsable por conducirme y hacer las elecciones durante la vida. Así pues, tener un retorno positivo de esas acciones es una fuente de alegría.
Recuerdo del apóstol Pablo cuando dijo que su gloria era el testimonio de su consciencia (2Co 1:12). Pero ¿cómo si los “hermalos” ponían dudas acerca de su apostolado? Más allá de eso, él sufrió calumnias de los incrédulos que lo acusaban, lo perseguían y reprobaban en todo.
Pablo revela que en nada se sentía condenado, pues no dependía del concepto de los demás a su respecto. El testimonio íntimo de su conciencia le daba la certeza de que él era totalmente aprobado por el Altísimo.
El Espíritu Santo tiene muchas atribuciones valiosas, entre ellas es aprobar o reprobar la conducta, las acciones y las intenciones de los hijos de Dios. Por lo tanto, aquellos que se dejan conducir por Su Luz y por Su Voz disfrutarán siempre de la misma satisfacción de Pablo.
Así que, no se preocupe con lo que otros piensan de usted, pero con lo que testifica el Todopoderoso sobre su fe y su sinceridad. Mientras muchos dan todo de si para ser aprobados por los demás, quien es salvo da todo de si mismo para agradar al Señor.
Si por alguna razón, en este momento, usted está siendo perseguido por el peso de una conciencia que no le deja tener paz, por haber hablado lo que no debería o se calló cuando debería haber hablado…
Si por alguna razón su conciencia late por haber sentido envidia de alguien o por intentar hacerle daño…
Si por alguna razón su conciencia le acusa por haber mentido, engañado o traicionado…
Todo lo que está enterrado dentro de usted viene a la luz en este momento, a través del testimonio de su conciencia para que pueda limpiarse.
No pierda esa oportunidad, pues usted puede tornarse tan insensible cuanto aquellos que matan, roban, hieren, se divierten con el sufrimiento ajeno y ya no sienten ningún reproche. Estos naufragaron en los planes egoístas, obscuros y engañadores del propio corazón.
Los únicos remedios que sanan una conciencia enferma es la sinceridad y el arrepentimiento. A partir de ahí sus noches serán de tranquilidad y de paz inigualables, independientemente de la calidad de su almohada, jeje.