Con el gran crecimiento del uso de los tatuajes por personas de todas las edades, surgen a diario preguntas provenientes de ciertos cristianos sobre ser o no ser pecado hacerlos.
Al parecer se plantea la cuestión sobre la base de “no querer equivocarse” o “mantenerse dentro de la Voluntad de Dios”.
Por lo general, la gente que viene con preguntas como “¿se puede o no se puede?”, pasan la impresión de que el Evangelio es un manual de reglas que necesita ser consultado al pie de la letra. Si al examinar no encuentran escrito exactamente lo que quieren saber, respiran aliviadas para poder hacer aquello que su carne pide.
Pero, ¿qué es lo que la Biblia dice sobre los tatuajes?
“No haréis sajaduras en vuestro cuerpo por un muerto, ni os haréis tatuajes; yo soy el Señor.” Lv 19:28
Según los estudiosos, era común los pueblos paganos tatuaren sus cuerpos en rituales a los muertos, a los dioses o para distinguir familias y ciertas actividades profesionales.
En el momento que los israelitas recibieron esa enseñanza, ellos acababan de ser liberados de la esclavitud en el Egipto. Pero, como fueron esclavos por varias generaciones, perdieron prácticamente la identidad, por esa razón, Dios les dio instrucciones claras para que ellos Lo conociesen y tuviesen Sus características. De esa forma, se diferenciaron de todos los demás pueblos.
Al investigar sobre el tema, encontré las siguientes informaciones:
Tatuajes echos en las manos tenían el objetivo de alabar divinidades para la persona recibir fuerza.
Tatuajes echos en el rostro era una practica de luto de varios pueblos. Eso nació de la adoración al dios baal, cuando “el” cananeo, nombrado como su padre, resurgió de los muertos. Sus seguidores lo adoraban con cortes en el cuerpo y en el rostro. Aplicaban esa practica también para reverenciar a sus familiares muertos. En ese culto idólatra había bailes frenéticos, prostitución, sexo en grupo, auto mutilación, magias y hasta sacrificio de niños.
En esa época, las mujeres que vivían en la prostitución mostraban su devoción a los ídolos con tatuajes en el cuerpo.
Las sacerdotisas tatuaban especialmente la nuca. Esas marcas eran como una seña para que los hombres las reconociesen y buscasen sus servicios.
Es muy fácil comprender la razón por la cual el Dios Soberano no quiere que Su pueblo se mezcle con esas practicas, ¿verdad?
Los tiempos cambiaron, y la justificativa para los defensores de los tatuajes es que hoy son hechos por otras razones, como declaraciones de amor a personas y al deporte preferido, vanidad, identificación del grupo a que pertenece, moda etc. Pero las raíces de ese hábito siguen las mismas.
Pero, ¿será que el Altísimo ha cambiado Su forma de pensar acerca de esa practica? Y por el hecho de esa advertencia no repetirse en el Nuevo Testamento, ¿se permitiría?
Imagine usted construir una bella y cara casa, y al prestarla para que alguien la habite, esa persona, no satisfecha con la terminación, ¡raya las paredes y los muros! ¿Será que usted, siendo dueño de la casa, quedaría contento? ¡Claro que no!
De la misma manera, la vida que es propiedad de Dios, y el cuerpo, que es el instrumento utilizado por la vida en este mundo, algún día será cobrado de cada uno de nosotros. Es decir, el Altísimo creó al hombre con la intención de relacionarse con él al punto de desear que nuestro cuerpo sea Su Templo. Por esa razón, no me siento bien para, de alguna forma, deteriorar, marcar o corromper lo que fue creado para ser la morada Divina. Como dijo el apóstol Pablo, la marca que debemos tener en nuestro cuerpo es la del Señor Jesús (Gl 6:17). La fe genuina es la única y mayor marca que necesitamos tener.
Una manera fácil de poner fin a las dudas de orden espiritual como esa, es someter toda nuestra conducta, deseos y sueños a esta enseñanza: “Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” (1 Co 10:31) Es decir, todas nuestras acciones, sean grandes, sean insignificantes, deben estar impregnadas de la intención de glorificar a Dios y nunca ser el resultado de la vanidad personal.
La moda pasa, el pensamiento cambia, las personas queridas se van, el dibujo que usted hoy dice ser hermoso, mañana lo verá pasado de moda; el bíceps hoy inflado para llevar un tatuaje mañana estará flácido y el dibujo casi allí en la axila, jeje…
De todos modos, lo que realmente vale la pena es mantener la conciencia en paz por tener la certeza de que agradó a Dios con su temor y obediencia a Su Voluntad.
Pero, si usted llegó al Señor Jesús usando tatuajes, Él no lo rechazará y mucho menos lo condenará por ello. Nadie debe discriminarlo por su pasado o sus decisiones. Sin embargo, que a partir de ahora usted haga sus elecciones pautadas en la Palabra de Dios y Lo glorifique con un cuerpo santo y puro, digno de Su morada.
¡Hasta la próxima semana!