¿Ya has visto aquella persona que no tiene noción del ridículo, dice y hace cosas que no debe y, simplemente, no sabe lo que le conviene? Llega a dolor, pero siempre viene aquel pensamiento: ¡si naciste sin ningún sentido, ya fue! ¿Pero será realmente así?
Hace mucho tiempo que estoy por escribir sobre este tema. Ya hablé al respecto en reuniones privadas, pero nunca había tomado un tiempo para ponerlo por escrito, tal vez por recelo de irritar a estas personas. ¡No lo sé! Por más difícil que sea hablar de sentido común, es una necesidad, y aquí voy.
Tomé este pequeño párrafo del diccionario:
Sentido común es la capacidad de hacer elecciones sensatas e inteligentes con cautela y equilibrio. Es la capacidad de leer una determinada situación y, a partir de entonces, tomar la decisión más acertada con respecto a ella. Tener buen juicio es tener sentido común.
Esta frase final me pareció perfecta. Nunca había asociado una cosa con la otra, ¡aunque ya haya dado esa recomendación a decenas de personas! “¡Ten juicio, eh!”, “¡Se juicioso, hijo!”, “¿Ya has tenido juicio?”.
Entonces, recordé un libro en la Biblia que habla mucho al respecto de juicio, sensatez y sabiduría: Proverbios. Entre tantos versículos que hablan sobre el asunto, observa lo que este en particular ilustra el peligro que representa:
“…y vi entre los simples, distinguí entre los muchachos a un joven falto de juicio, pasando por la calle cerca de su esquina; iba camino de su casa, al atardecer, al anochecer, en medio de la noche y la oscuridad. Y he aquí, una mujer le sale al encuentro, vestida como ramera y astuta de corazón. Es alborotadora y rebelde, sus pies no permanecen en casa; está ya en las calles, ya en las plazas, y acecha por todas las esquinas. Y lo agarra y lo besa (…) Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros. Al instante la sigue, como va el buey al matadero, o como uno en grillos al castigo de un necio (…) Su casa es el camino al Seol, que desciende a las cámaras de la muerte”. (Proverbios 7:7-27)
¡Observa cuán peligrosa es la falta de sentido común! ¡Ese muchacho probablemente fue asesinado por el marido de esa mujer que lo sedujo! ¿Y todo por qué? Porque él no pensó, no razonó, no calculó. A veces, pensamos que quien tiene que soportar al “despistado” es el que sufre, pero no… ¡quien sufre es ella misma!
¿Y no es lo que sucede diariamente con muchos? Invierten tanto en sí mismos para entregarse en bandeja a una relación que solo los usa, abusa y después los echa en la basura. Invierten en su aspecto para después mirarse al espejo y odiarse aún más. Invierten tanto tiempo intentando ganar un “me gusta” en las redes sociales para luego perder toda la reputación con un simple comentario mal pensado. Les falta el sentido común, el juicio.
Pero la falta de sentido común no está solo relacionada a comportamientos y elecciones en la vida; también está ligada a la apariencia, y por más que las consecuencias sean menores, aun así, se perjudican de alguna forma.
En el próximo texto, daré algunos consejos al respecto.