Hay una serie de estudios sobre la apariencia y de lo importante que es en el lugar de trabajo. Parece injusto que mujeres bonitas, altas y esbeltas ganen más dinero que sus colegas que son más bajitas y rellenas y que poseen exactamente el mismo nivel académico. ¿Por qué sucede eso? La mayoría de los científicos culpan a nuestros preconceptos subconscientes que asumen automáticamente que una persona más alta y más saludable tiene más cualidades de liderazgo, y que una mujer más bonita y más persuasiva, es por lo tanto, una funcionaria más eficaz. Sin darse cuenta, las personas llegan a esas conclusiones usando una parte del cerebro que se basa en el instinto y no en la lógica.
Probablemente, eso sea verdad, pero hay otros asuntos en el trabajo también. Por ejemplo, ¿cómo se comporta aquella mujer atrayente? ¿Ella es confiable? ¿Será que ella se comporta de manera diferente de aquella mujer que se siente insegura a causa de su panza o de los tobillos hinchados? Lo que ella siente con respecto a sí misma habla y habla una lengua que es difícil ignorar.
No soy psicóloga, pero ya vi cómo cambié mi comportamiento de la noche a la mañana por causa de la manera que me sentía en relación a mí misma. Yo, incluso, puedo culpar a alguien por no tratarme de la manera que quiero; pero, al fin de cuentas somos mis emociones y yo las que determinamos mi comportamiento.
Si yo me estoy sintiendo confiada, consigo entrar a un lugar lleno de extraños que estén hablando de algo interesante y hacer fácilmente un comentario gracioso, y con seguridad todos se van a reír e irán a apreciar lo que yo tengo para decir. Es siempre divertido y agradable; y algo que alegra mi día. ¿Por qué ellos me escuchan? Porque a través de mi forma de ser y apariencia, yo digo que soy una persona que vale la pena ser escuchada -y sin percibirlo, ellos creen en ese mensaje.
Sin embargo, también me puedo agarrar de una situación en la que necesito explicar algo y de repente, sentirme constreñida, quedarme paralizada o no conseguir hablar. En ese momento, yo estoy hablando tres lenguas: mis palabras confusas, mi lenguaje corporal desarreglado y mi ropa y maquillaje que escogí. Yo puedo ser la persona más inteligente del lugar, pero si declaro que no gusto de mí misma en esos tres lenguajes; es muy probable que las personas que me ven concuerden conmigo inconscientemente. Probablemente, van a sonreír educadamente y después van a olvidarse de todo lo que dije. ¿Por qué? Porque fue exactamente lo que pedí a través de mi apariencia.
Nosotras hablamos a través de nuestra apariencia y comportamiento, y aunque no podamos hacer nada acerca de nuestro ADN heredado por nuestros padres, hay mucho que podemos hacer para conseguir comunicar lo que queremos a través de nuestro lenguaje corporal, de nuestras miradas y palabras. Y, no es apenas lo que decimos a los demás lo que importa, pero sí lo que nos decimos a nosotras mismas.
Al entrevistar a una joven que quería entrar para el Grupo Godllywood, yo pregunté por qué ella creía que teníamos orientaciones sobre la apariencia y ropa. Ella rápidamente respondió que es porque precisamos mostrar al mundo que somos bonitas y no puritanas y religiosas. Yo podría haberle dicho ahí mismo que ella no entendía nada. Nosotras animamos a las niñas y mujeres a arreglarse para bendecirse a sí mismas. Nosotras nos enviamos mensajes a nosotras mismas de que somos mujeres de valor o que, entonces, nuestro comportamiento se ve afectado y envía el mismo mensaje para los demás.
Como dije en mi último artículo, invertir en mi apariencia fue una experiencia muy espiritual, y yo fui bendecida con una buena amiga que me dio un empujón en la dirección correcta. A medida que yo valoraba mi cuerpo y apariencia, una cosa graciosa sucedía con mi espíritu. Yo pasé a decir lo que mi espíritu siempre quiso decir, a través del hecho de invertir tiempo y esfuerzo en mi apariencia. Mi lenguaje corporal cambió, mis opiniones fueron más valorizadas, y no porque yo era más bonita, sino porque yo estaba comunicando mi propio valor.
Para las mujeres que reclaman al momento de arreglarse o de cuán injusto es que seamos juzgadas por nuestra apariencia, entiendan que enviamos un mensaje de bondad o desprecio a nosotras mismas a través de nuestras elecciones. Así que, vístase bien para usted misma, maquíllese para usted misma y arregle su cabello para que la mujer fuerte, feliz e inteligente que hay dentro de usted pueda hablar a favor suyo en los tres lenguajes.
Evelyn Higginbotham