Dios es Espíritu, y porque Él es Espíritu, quiere reposar o habitar dentro de personas físicas, a fin de que manifiesten Su gloria en el mundo. Pero Él no puede entrar en nuestra vida si no Lo deseamos, si no Lo queremos… El Espíritu de Dios quiere habitar en ti; Él quiere hacer de ti una nueva criatura, con un nuevo carácter, una nueva mente, un nuevo espíritu, un nuevo corazón, una nueva visión, es decir, con un entendimiento completo. Él quiere habitar en ti, pero solo puede hacer eso con tu debido permiso.
Muchos no han recibido el Espíritu Santo precisamente por que hay ausencia de fe, o incluso porque no deciden entregarse a Dios totalmente.
Recibirlo significa obtener Su totalidad o plenitud, quien está dispuesto a recibirlo tiene que estar listo para sacrificar toda su vida.
«Entonces Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador para que esté con ustedes para siempre; es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sí lo conocen porque mora con ustedes y estará en ustedes.» (Juan 14:16-17)
Si recibes el Espíritu de Dios, tu vida cambiará completamente. Dios es Espíritu, Dios es Palabra. El espíritu no es sentimiento, no es corazón. El espíritu es nuestra mente, nuestro intelecto, es en donde recibimos con sabiduría, con inteligencia lo que vamos a hacer.
«Si la persona no tiene el Espíritu, la Palabra de Dios, toma decisiones influenciadas por su corazón y falla. Pero cuando ella tiene el Espíritu de Dios dirigiendo su pensamiento, ella sabe lo que tiene que hacer, y Dios va a honrar a aquella criatura con su obediencia», explica el obispo Edir Macedo. Entonces, ¿quieres el Espíritu Santo? Tienes que estar preparado para sacrificar los deseos de tu corazón, tus sentimientos, tus sueños personales.
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