“No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano.” (Éxodo 20.7)
Toda relación exige respeto tanto del marido y la mujer, como del padre e hijo, amiga y amiga, profesora y estudiante…
Cuando no hay respeto mutuo, la relación se tambalea. Así también es con Dios.
Nosotros ya hablamos de los primeros dos Mandamientos: Dios es único y no acepta ser uno más en su vida y para tener una relación con Él, usted necesita usar su fe.
El tercer Mandamiento ya muestra sin embargo, que no es porque usted tiene una relación con Él que usted lo va a tratar como su igual,como un compañero que te responde en el WhatsApp inmediatamente, que usted puede quedar mal de vez en cuando o ignorarle y después quedar bien con él nuevamente. No… de Dios no se burla nadie.
La falta de respeto de las personas para con su prójimo es la cosa más común hoy en día.
En el transporte público, ya no se cede el lugar para los ancianos y cuando hay plazas especiales para ellos, las personas rápidamente reclaman de tal derecho exclusivo de ellos.
En casa, los hijos no respetan a sus padres en la forma de hablar, muchos son capaces de decir que los odian. La esposa insulta al marido y el marido la compara con las mujeres de la pornografía. En la escuela, hablan mal de la profesora y esparcen chismes de la directora.
En la iglesia, no se lo piensan dos veces en hablar mal del pastor, de su esposa, o de sus hijos, de hecho, adoran encontrar cosas errada en ellos.
En la calle, no respetan las señales de tráfico, fingen no ver al policía, y no están preocupados por la limpieza echando la basura en cualquier lugar. Respeto es lo que más falta en nuestra sociedad y no hay que sorprenderse de que las personas no sepan respetar a Dios.
Ese Mandamiento dicta algo simple: no use el nombre de Dios en vano. Respete su Nombre. Respete su Persona. Él es Dios y debe ser tratado como tal. Quien respeta a Dios, a Quién no ve, respeta a su prójimo a quien ve.