Después de que los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu Santo, empezaron a predicar el evangelio a todas las criaturas como el Señor Jesús les había mandado; esa era la misión que tenían que cumplir mientras vivieran.
Entonces, un día mientras Pedro se encontraba dando su primer discurso (predica), algo aconteció: ¡algunas personas se entristecieron!
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37)
Quizás usted diga: “obispo, ellos se entristecieron por oír al apóstol, acaso ¿él dijo algo malo?” la respuesta es ¡no!. El apóstol no había dicho nada malo, de hecho, él sólo les había revelado lo que el propio Dios les quería decir. La tristeza de ellos radicaba en algo más, estaba en la pesadumbre de conocer cuáles eran las fallas y pecados que habían cometido y que se encontraban además arraigados en sus corazones. Fue por eso que le preguntaron al apóstol ¿qué hacer?
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38)
Percátese en algo, no sólo era necesario entristecerse por el pecado, también necesitaban arrepentirse por haberlo cometido, luego debían bautizarse, es decir enterrar esa vieja criatura en las aguas y emerger como una nueva, para que al final descendiera sobre ellos el Espíritu Santo.
Era un proceso en el que no se podían dejar pasos sueltos o inconclusos. Dios había sido claro en lo que debían hacer. Pero ¿cuántos siguen el mandato de Él?
En la actualidad, vemos a muchos concurrir a una Iglesia en busca de la solución de un problema, escuchan el mensaje de Dios por parte del Obispo o Pastor, sienten una punzada en el pecho al percatarse de que Dios sabe del pecado que cometió y que en ese momento está hablando a través de la predica para que se arrepientan y aún así no lo hacen, todo lo contrario, muchos justifican su accionar.
Entienda amigo lector, es necesario ser bautizado con el Espíritu Santo y salvar su alma, para que su vida sea otra.
Cuando la persona no se arrepiente y busca conocer a Dios en verdad, logra solucionar uno que otro de sus problemas, pero esas conquistas son breves y temporales, su felicidad es efímera, ya que dentro de poco tiempo aparecen adversidades mucho más complicadas.
De qué sirve preocuparse por el exterior, cuando su interior se está deteriorando con el pasar de los días ¡De nada, verdad!. Así mismo acontece con los problemas, no sirve de nada conquistar una que otra bendición cuando su interior está alejado de Dios.
Anhele en primer lugar Conocerlo y verá como el resto de cosas vendrán por añadidura.