Si bien una buena dieta puede ser ideal para ayudarnos a cuidar nuestra salud física, algunos expertos creen que el tipo de alimentación que llevamos puede empeorar o mejorar nuestro estado mental.
Un estudio publicado por la revista The Lancet explicó que, así como la nutrición es importante para la cardiología, la endocrinología y la gastroenterología, lo es para la salud mental, independientemente de la edad, sexo, condición social o estado civil.
Además de que una mala alimentación puede provocar enfermedades cardiovasculares, diabetes o problemas de sueño, entre otras, un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, en California, Estados Unidos, reveló que aquellas personas que abusaban de la comida chatarra o basura y tenían hábitos alimenticios deficientes, mostraban más síntomas de malestar psicológico que el resto.
Algunos académicos comprobaron que quienes siguieron una dieta mediterránea, que incluye entre otras cosas muchos vegetales, cereales, frutos secos, etcétera, tenían menor probabilidad de desarrollar depresión.
Cambios para bien
Aunque puede haber otros factores importantes que estén directamente relacionados con los problemas y enfermedades mentales, los especialistas creen que no deberíamos desistir de cambiar la alimentación para mejorar la salud mental.
Una dieta buena = una buena salud mental
Para el buen funcionamiento del cerebro, los expertos en nutrición recomiendan incluir en nuestra dieta una gran variedad de los siguientes alimentos —donde lo dulce y grasoso no sean los ingredientes cotidianos:
- Verduras
- Frutas
- Legumbres —como lentejas, garbanzos o frijoles—
- Pescado
- Granos integrales —tales como arroz, quinoa, avenas, pan—
- Nueces
- Aguacate
- Aceite de oliva
• La dieta se relaciona con el área del cerebro llamada hipocampo que participa en el aprendizaje, la memoria y la salud mental.
• Quien consume alimentos integrales, tiene 35% menos de probabilidad de sufrir depresión que quien no lo hace.
• Los alimentos altamente procesados deben evitarse.
• Los hijos de las mujeres que en el embarazo consumieron más alimentos fritos, procesados o azucarados, tienen problemas emocionales en la niñez.