En la Biblia encontramos historias de hombres que, aunque fueron avergonzados, vencieron y ocuparon puestos altos.
Uno de ellos fue José, quien era el undécimo de los doce hijos de Jacob y el más amado, lo que desató la envidia de sus hermanos mayores, quienes al contarles el sueño donde aparecía alzado sobre ellos, prediciendo sin percatarse del futuro, lo vendieron como esclavo. Después de un tiempo, fue acusado por la esposa de su amo de intento de violación y siendo inocente, lo encarcelaron.
Pero ¿por qué a pesar de que fue atribulado por terceros, era exitoso en cualquier lugar? Simple y sencillamente porque confiaba en Dios y, a su vez, Él lo acompañaba. Como respuesta a esa fidelidad, lo pusieron al frente de toda la tierra de Egipto y en tiempos de escasez, era él quien decidía como se repartían las provisiones alimenticias.
De ser desgraciado por sus hermanos y avergonzado por una mujer, José se convirtió en gobernador de Egipto. ¿En qué te convertirás tú?
Mis planes y sueños se hicieron realidad
«Aunque contaba con una carrera profesional, mi situación económica no era nada buena. Tenía infinidad de deudas, tanto que vivía en una casa de ‘cartón’.
Quería una vida mejor a la que aspiraba cuando estudiaba, pero por más intentos que hacía y me esforzara, nada cambiaba.
Cuando llegué a la Iglesia Universal, dijeron que había un Congreso para el Progreso, en el cual Dios bendecía a las personas que Le permitían actuar en su vida, aumentando su visión al obedecer Su Palabra. Comprendí todo a la perfección.
La confianza en mis proyectos aumentó, porque sabía que Él era mi mayor socio, como resultado de esa fe constituí una empresa constructora y el trabajo empezó a llegar.
Así fue como pagué mis deudas, obtuve una casa y una camioneta nueva”.
¿Las puertas en su vida económica están cerradas, ya ha intentado de todo y está cansado de vivir en la miseria?, participe este lunes del Congreso para el Progreso, porque las Puertas que Dios abre, nadie las puede cerrar. LUNES: 7H, 10H, 12H, 15H y principalmente 19H, en la Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar.