Comienza con una discusión, luego discutir se vuelve constante; un tono más alto acompañado de un insulto; forcejeos que, con el tiempo, son reemplazados por golpes… Los pleitos van en aumento, nadie cede y, cuando todo se sale de control, al matrimonio parece no quedarle otro “remedio” que separarse. Hasta 2017, 28 de cada 100 parejas tomaron esa decisión, según el INEGI.
Si bien es cierto que entre las causas más comunes se encuentran la violencia intrafamiliar, el abandono del hogar y la infidelidad, no podemos olvidar que hoy en día, hay un factor que pasa desapercibido para muchos y ha sido el motivo de un gran número de rupturas: la falta de dinero.
«En lo próspero… ¿y en lo adverso?»
De acuerdo con una encuesta realizada por Ramsey Solutions, después de la infidelidad, los problemas de dinero son la segunda causa principal de divorcio: como deudas y falta de comunicación en asuntos relacionados a las finanzas del hogar.
«Como pareja se debe tener una economía propia y bien establecida. El buen funcionamiento de la relación depende de que exista un dinero en común y se tomen decisiones en conjunto y por consenso sobre él», explica el Dr. José A. García Higuera, del Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia García Higuera.
¿Ponerle fin a la relación es la solución?
Renato Cardoso, educador familiar y matrimonial, certificado por National Marriage Centers de Nueva York, responde esa pregunta: «La pareja debe unirse y luchar en contra del verdadero enemigo: el problema. Con el tiempo, él desaparecerá y ambos se fortalecerán. Pero, atacarse el uno al otro, debilita al matrimonio. El compañerismo consiste en buscar la solución».
Encarando el problema
Un problema económico es traicionero y destructivo. Pero la fe es un arma espiritual que Dios le ha dado al ser humano para que, usándola, logre todo lo que se propone. Mediante las reuniones que se realizan en la Universal, un sinfín de personas cambiaron el destino de su matrimonio al adquirir una perspectiva diferente y, según el caso, dejaron de ver el divorcio como una opción.
Si este es tu caso y necesitas ayuda, participa en la Universal más cercana en el horario de tu preferencia.
El plan original de Dios para el matrimonio es de una unión inseparable: «Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.» (Mateo 19:6)