Pasé muchas necesidades al punto de pedir prestado o que me regalaran alimentos porque no tenía nada, mis vecinos siempre me tocaban la puerta para saber si había comido algo.
Toqué fondo cuando vi que podría desalojarme del lugar donde estaba viviendo pues no tenía para pagar el alquiler, sentía miedo y vergüenza cuando llegaba la dueña del apartamento.
No encontraba trabajo, siempre dejaba mi información o número de teléfono para que me llamen, pero nunca lo hacían y si encontraba trabajo no duraba mucho tiempo ya que por diferentes motivos siempre me botaban, era frustrante, mi vida económica era un fracaso.
Pensaba que mis hijos estaban pasando por lo mismo que yo, ellos estaban en otro país y no tenía nada para enviarles, llegué a acostarme a dormir sin comer, todo eso me deprimía, venían pensamientos a mi mente de quitarme la vida, pues no tenía sentido seguir viviendo así, no quería vivir más.
Todo empeoraba por causa de las deudas ya que se acumulaban los intereses, estaba desesperada.
Cuando llegué a la Iglesia Universal empecé a participar de los propósitos y de las Campañas de Israel, aprendí a vivir por la Fe, vi como Dios abrió puertas en mi vida y respondió mis pedidos.
Dejé de vivir alquilando, conquisté mi casa propia y un negocio para el cuidado de niños, y aún en estos tiempos de pandemia Dios me ha honrado.
Ahora tengo lo mejor, ya no duermo con hambre, no vivo pidiendo prestado, todos los problemas de depresión y deudas se acabaron, me transformé en alguien independiente, trabajo por mi cuenta, y hasta conquisté un carro del año, mi vida cambió totalmente y recibió una nueva identidad
«DIOS ABRIÓ PUERTAS, Y SIEMPRE RESPONDIÓ A MIS PEDIDOS»
Sra. Hellen Munguia