Hoy en día es “común” observar miles de hogares destruidos, donde cada miembro de la familia actúa conforme a su conveniencia, buscando para sí “supuestamente lo mejor” aunque esto implique malos tratos e irrespeto.
Los recurrentes cambios en la sociedad y la inversión de los valores en los días actuales han causado grandes desavenencias en las relaciones del núcleo familiar.
Consientes de eso los padres deben aprender la importancia que su papel tiene para influencias a los hijos positivamente, lo que sucede cuando hay un lazo de confianza entre los miembros de la familia.
Dios instituyó la familia no para que sea destruida, sino con el objetivo de que cada ser humano esté rodeado de personas que le aman y respetan sin esperar nada a cambio, y cuando cada uno tiene esta virtud, de simplemente dar lo mejor de sí para sus seres queridos, dejan de existir todo sentimiento y actitud que destruyen a millares de familias.
Si usted desea recuperar los valores perdidos, si anhela la restauración de su familia, empiece un cambio radical en su interior, porque todo ser humano sólo puede dar aquello que tiene dentro.
Participe este domingo de una reunión especial en cualquier Iglesia Universal del país, donde una nueva vida espera por usted.