Ella ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche. (Provérbios 31:18)
Muchas mujeres quieren tener su propia familia, un marido, hijos para criar y un hogar para cuidar. Pero es gracioso cómo muchas de ellas se olvidan completamente de las cosas que tanto querían en el momento en que las conquistan…
“Estoy muy cansada para preparar la cena todas las noches. Si quieres, calienta en el microondas la comida congelada que compré el otro día.”
“¿Quién piensas que sos para decirme qué hacer y qué no? Yo puedo ser tu esposa, pero también tengo mi propia vida”.
“¡No veo la hora de que mi hijo empiece a ir al colegio y me dé un descanso!”.
“Yo no tengo tiempo para ocuparme de esta casa; mi familia tiene que aceptar eso”.
Esos y muchos otros comentarios vergonzosos son hechos todos los días por mujeres que un día desearon tener todo, y ahora, ese “todo” se transformó en un peso para ellas.
La Mujer V valora lo que tiene. Y la manera por la cual ella expresa su aprecio es buscando lo mejor para sus hijos, su marido y su casa. Es a través del placer con que cocina, limpia, hace las compras, plancha, organiza la despensa, arregla, decora e invierte. Tales responsabilidades básicas de un ama de casa revelan cuánto valora a su familia.
Ya oí casos de esposas que “economizaban” en la comida para comprar un vestido nuevo. Maridos que tenían que planchar sus propias camisas a la mañana porque no había ninguna en el placard para que se pusieran. Hijos siendo educados por la TV, internet y videogames por falta de coas para hacer al volver de la escuela. La imagen es triste.
Lo peor de todo es que, si ella no logra valorar ni lo que tiene, ¿cómo puede valorar a Dios?
Sólo puedes empezar a valorar alguna cosa cuando entiendes su significado y conoces su valor. Vamos a hablar un poco de ti. Si no consigues valorarte a ti misma, tendrás dificultades para valorar a las personas que te rodean. Tal vez sea por eso que sabes que necesitas hacer más por tu familia, pero no lo consigues, ya no te resta ninguna cosa para dar.
Todo eso se debe a la manera como te has visto todo este tiempo. Hay por lo menos una cosa que odias de ti misma. Y una vez que odias algo de ti misma provocas una reacción en cadena, pasando a odiar todo el resto, pues crees no ser lo suficientemente buena.
Miras tu hogar y te convences de que jamás podrás ser una buena ama de casa; y, en lugar de perder tu tiempo intentando, prefieres dejar que los otros piensen que eres así y ya está. Tienes la necesidad de convencerte de que no eres del tipo “doméstica”, y entonces, te descuidas, sin darte cuenta de que estás cumpliendo tu propia profecía.
Te ves así, entonces es obvio que los otros van a empezar a verte así también. Es como dice otro versículo de Proverbios:
“Porque, cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”, (Proverbios 23:7).
Nosotros determinamos quienes somos por la manera en la que nos vemos. La Mujer V ve que su ganancia es buena. Ella trabajó duro para eso.
Trecho de mi libro “La Mujer V” .