Él juega con nosotras. Es terrible admitirlo, pero hay un lugar en nuestro ser donde nacen tanto el amor intenso, como los problemas y la falta de esperanza: el corazón.
Mientras la inteligencia concluye que lo mejor es apartarse de los impulsos del corazón, éste deja a la persona confusa, ansiosa e imaginando cómo llevar a cabo su deseo.
Muchas relaciones, incluso con Dios, terminan debido a ese procedimiento del corazón. Todo lo que éste quiere, está en contra del sentido común y contra Dios.
Las personas intentan justificar sus actos impulsados por la emoción, diciendo que fueron débiles, que los demás no les comprenden y esas excusas son creadas por su mente para realizar el deseo de su corazón sin sentir remordimientos. Tenemos que reconocer el hecho de que nuestro corazón es malo. Eso no significa que seamos malas, pues sólo somos seres humanos; sin embargo, podemos vivir por la fe.
Ella nos da inmunidad a la voluntad del corazón. Solamente quienes viven por la fe, permanecerán de pie en los momentos de prueba, pues quienes viven en función de las emociones serán conducidas a lugares extremadamente terribles.
La Palabra del Único que incluso sabe cuántos cabellos tenemos en nuestra cabeza dice: “Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? Yo, el Señor, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.” Jeremías 17: 9-10
¡Guiarse por el corazón destruye más vidas que el propio diablo!