El Señor Jesús es nuestro ejemplo de Hijo de Dios. En Él tenemos el modelo de cómo debe ser un hijo de Dios. Cuando estuvo en la Tierra, todo su sacrificio, vida ejemplar y obediencia, fueron voluntarios, no obligados.
Y por eso el Padre también le devolvió la vida a Su Hijo (resucitándolo). Le dio un nombre que está sobre todo nombre… literalmente le dio todo.
“Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre”. Juan 10:17-18
“Todo lo que tiene el Padre es mío”. Juan 16:15
El hijo de Dios vive para el Padre, no apenas para sí mismo. Muchos ya ofrecieron su tiempo, obediencia, dinero, arriesgaron su vida, reputación, por sí mismas, por otras personas o situaciones, y esa es la razón por la cual muchos no se han convertido en Hijos de Dios, porque aún no se entregaron por completo a Él.
Muchas personas piensan que tal vez el cambio de vida esté en otro lugar o país, sin embargo, Dios prometió para Sus hijos, que todo lugar donde pise la planta de sus pies será de ellos, eso significa, que la bendición no está en los lugares, sino en la propia persona.
Si usted anhela que Dios lo trate como hijo y le dé todo como al Señor Jesús, entonces, tomé la decisión de vivir para Él y haga más por Él que lo que ha hecho por sí mismo o para este mundo.
El sacrificio que el Señor Jesús ofreció en el Monte Calvario en obediencia a Su Padre para salvar a toda la humanidad, estuvo por encima de lo habitual. Y cuando usted se entrega por completo a Dios, haciendo su mayor sacrificio, de abandonar y renunciar al pecado, Él le espera de brazos abiertos para recibir su vida vieja y así darle todo lo que necesita como lo tuvo el Señor Jesús.
El 2023 será el mejor año para aquellos que creen y se tornen Hijos de Dios.
Quince días fueron suficientes para una transformación
Desde muy joven comencé a beber. Defraudado por los maltratos entre mis padres me fui de la casa. Después de algunos años me casé.
Al principio éramos felices, formamos un hogar y tuvimos un hijo, quien tiempo después se enfermó, el médico no le encontraba nada; lo llevamos a un curandero y nos dijo que el niño tenía un maleficio que lo llevaría a la muerte.
Mi esposa se sentía desesperada por esa situación; ella también sufría con hemorroides y no se sanaba. Nos fuimos a otro país buscando mejores días, pero no fue así. Llegamos a dormir en el piso, no teníamos dinero para comer.
Me deprimí, me sumergí en el alcohol y el cigarrillo. Mi esposa cansada de esa situación me amenazó con abandonarme, le pedí perdón y prometí cambiar, pero no lo conseguí.
Una noche mi esposa vio el programa de la Iglesia y me invitó a una reunión, decidí participar y ese día me arrodillé e hice un desafío con Dios, le dije:
“Si hay un Dios Vivo aquí, entonces mi vida va a cambiar”. En quince días Él me transformó, dejé los vicios, el mal carácter desapareció, mi esposa e hijo fueron curados.
Junto a mi esposa participamos de la Hoguera Santa, fuimos al Altar con una entrega sincera y Dios nos dio una nueva vida, fuimos llenos del Espíritu Santo, quien nos proporcionó paz y alegría.
También nos dio dirección y así conquistamos un negocio propio y una camioneta. Dios cambió nuestra historia.
•• Sr. Ángel y Bertha