No todos los que hablan hacen, pero casi todos los que hacen si hablan, pero no con palabras sino con acciones y el testimonio de sus vidas “Dios sólo va a manifestar su poder cuando haya de nuestra parte obediencia a Su palabra” menciona el pastor Walber Barboza…
Existe un abismo entre lo que se dice y lo que se hace. Muchas veces se habla, exprimiendo una clara voluntad o intención de lo que en verdad desean hacer… pero que no hacen. Y las veces cuando se lo hace, se elige callar.
Entonces, no por el hecho de que se diga que Dios esta en primer lugar en la vida de muchos esta afirmación se convierta en un una realidad.
Hay mucha gente que reclama el hecho de no tener paz, de ser “buenos” y hacer cosas correctas pero no ven acontecer milagros en sus vidas, tienen todo pero se sienten vacíos o no tienen mucho y se quejan por ser sumisos inmersos en la sociedad “injusta”, “una cosa es tener dinero, otra muy importante es poder disfrutarlo, una cosa es tener hijos otra es tener un hogar” explica el pastor relacionando el hecho de tener éxitos económicos o sentimentales pero no lograr la felicidad.
La salvación eterna depende de nuestra entrega, cuando uno hace un voto con Dios no solo coloca dinero, coloca toda su vida en el altar, y hay mucha gente que le gusta escuchar de Dios pero que ya no le gusta cuando se habla de ofrendas o diezmos, y no se entregan completamente a Dios.
La fe nos hace mirar hacia adelante, y todo lo que se desea realizar, se emprende con mucho éxito cuando se aprende a usar esta fe, pero no es una fe normal es una fe inteligente, la misma que usó el apóstol Pedro quien sacó una red de la tierra llena con 153 peces aun cuando había pensado que no eran buenos tiempos de pesca, de la misma manera pasa cuando una persona se queda en total dependencia de Dios y los milagros acontecen en sus vidas aun cuando piensan que esta todo perdido.
“Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.” Juan 21:11
Pedro es uno de los 7 discípulos presente en la playa del mar de Galilea. El texto dice que él y los discípulos salieron a pescar en la noche y que no pescaron nada. Cuando Jesús, el cual no había sido reconocido inicialmente, se presentó, le sugirió a Pedro y a los discípulos echar la red a mano derecha, pescando un gran número de peces (v. 6). Juan, el discípulo amado es el primero en reconocer al Señor: “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor!” (v. 7). Escuchando esto, Pedro, “se echó caer sin importar dónde" al mar para llegar a Jesús. Esto se debió a que él, en Juan 18, había negado su asociación y fidelidad a Jesús y deseaba redención.