La mayoría de las personas se preocupan apenas con su vida en este mundo, su salud, belleza y con todo lo que está a su entorno. Sin embargo, cuando Jesús terminó su trayecto en el desierto (donde fue tentado) comenzó a predicar: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17).
En este mundo las personas reinan sobre sus propias vidas y por causa de estar enfocadas apenas en el reino de este mundo, no consiguen ver el Reino de los Cielos.
El Reino de los Cielos comienza cuando la persona renuncia a su propio reinado (voluntad), y pasa a colocar al Señor Jesús como único Rey sobre toda su vida.
Cuando el Reino de los Cielos entra en su vida, usted recibe el poder de Dios para resolver todos los problemas personales; pero este Reino tiene que estar por encima de TODO.
“Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” (Lucas 10:40-42).
En este pasaje son notorios los dos reinos, el de los Cielos y el de este mundo. Marta se preocupaba con el reino de este mundo, en cambio María por el Reino de los Cielos.
Jesús vino a traer el Reino de los Cielos. ¿Usted quiere dinero? en el Reino de los Cielos hay dinero, ¿quiere salud? en el Reino de los Cielos hay salud, ¿quiere una familia? También la hay; en el Reino de Dios hay todo lo que usted quiere y necesita.
El Reino de los Cielos satisface todas la necesidades del ser humano. Este Reino era inicialmente el jardín del Edén, el ser humano tenía acceso a todas las frutas, no existía enfermedad ni ningún mal, los ríos estaban llenos de oro, pero, cuando el hombre se rebeló contra Dios fue expulsado del jardín del Edén. Juan el bautista dijo: “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado.”(Mateo 3:2). El requisito para entrar al Reino de los Cielos es el arrepentimiento. Tal vez usted no se considera una persona que necesite arrepentirse, pero todos necesitamos arrepentirnos para entrar en este Reino. Cuando hay un verdadero arrepentimiento la persona pasa a tener odio del pecado y automáticamente se aleja de el. Quiere decir, cuando toma esa actitud de arrepentirse de verdad, los demonios salen y el Espíritu Santo viene sobre su vida.