Jesús a pesar de ser el Hijo de Dios tomó la actitud de bautizarse, para mostrar lo importante de obedecer la palabra de Dios. Inmediatamente los cielos fueron abiertos, descendió sobre Él el Espíritu Santo y hubo una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.» Esa era la voz del propio Dios Padre mostrando Su alegría y aprobación de la actitud de obediencia de Su Hijo, el Señor Jesús.
Delante de este acontecimiento bíblico ¿será que usted ha alcanzado la complacencia de Dios? Su manera de pensar, de vivir, de actuar, su conducta ¿será que han sido del agrado de Dios?
El caso es que muchas personas sólo se han enfocado en resolver apenas su vida exterior, la economía, la salud, como ser feliz en la vida sentimental, la familia, etc.; no es que esté mal preocuparse en resolver esos aspectos de la vida, pero el problema está en que se olvidan de lo más importante, del interior, estamos hablando del alma, de la relación con Dios.
La Biblia cita como ejemplo el caso de dos hermanas que recibieron al Señor Jesús en su casa (Lucas 10:38-42), una de ellas llamada Marta estaba preocupada con los quehaceres del hogar, mientras que la otra, María, sentándose a los pies de Jesus oía Su palabra, y más tarde Jesús reprendió a Marta diciéndole: «afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.»
Amigo lector usted ¿en que se ha venido enfocando? ¿Será que está invirtiendo en oír la voz de Dios y en complacerlo a través de la obediencia?
Todavía está a tiempo, y Jesús está esperando que usted tome una decisión para Él actuar en su vida trayendo a su interior el Reino de los cielos, y usted puede tener certeza que entrando ese Reino que es el propio Espíritu Santo se reflejará en su exterior. Pero para eso Jesús orientó: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado». (Mateo 4:17)
Que Dios le bendiga.