Refieren las Sagradas Escrituras: “Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten […], pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará” Deuteronomio 31:6.
Pocos son los que miran el tamaño de sus dificultades y deciden desafiarlas para salir adelante. La mayoría de las personas optan por rendirse ante los problemas dejándose llevar por el miedo, la angustia o la desesperación.
En un escenario como este hay quienes en la mínima dificultad, desisten del objetivo que tienen en mente. Esas personas se convencen a sí mismas de que no es posible vencer las adversidades por causa de su tamaño y se quedan en medio del camino.
Muchos, lamentablemente, han desistido de sus metas porque piensan que su fe y convicción, no son suficientes para alcanzarlas cuando en realidad, el problema está en que se han resignado; lo que tienen y deben hacer es insistir.
Sin embargo, en ti siempre está el poder de decisión y eres tú, quién elige el camino a seguir: o avanzas con la firme idea de la promesa que el Señor ya te dio o te quedas llorando ante la situación sin hacer algo al respecto.
Dar lo mejor de cada uno debe ser un estímulo, para luchar contra las adversidades. A su vez éstas deben usarse como un combustible, que nos desafiarán a crecer en carácter y fe, con el fin de llevar esta dificultad a un buen término.
Si ya has intentado resolver tus conflictos de diferentes maneras, sin obtener un resultado favorable; entonces te invitamos a participar en el Ayuno de los Casos Imposibles los días sábados, en el Templo de la Fe, en la Av. de Las Américas 305.
Dependía de medicamentos para poder vivir
“Sufría de fiebre reumática. Tiempo después, a este padecimiento, se le sumó la migraña. Me daban dolores intensos en los huesos y las articulaciones, en ocasiones sólo deseaba estar aislada del mundo, ya que la luz y el sonido me producían gran malestar, se me alteraban los nervios, me ponía de humor irritable y era agresiva. Con el transcurrir de los años las molestias se agudizaron, no había medicamento que controlara.
Sin embargo, gracias a Dios hoy es diferente, ya que después de haber llegado a las reuniones del Ayuno de los Casos Imposibles, activé mi fe y el Señor Jesús hizo lo imposible, posible.
Hoy no dependo de medicamentos, no tengo ningún tipo de dolor.
Soy una mujer feliz, en paz conmigo misma y estoy muy agradecida de que Dios haya transformado mi vida”. •• Sra. Rocío Simerman