Muchos son los sentimientos malos, que bombardean a los seres humanos. Y un generador de estos sentimientos es cuando la persona pasa por una injusticia.
Un ejemplo de esto, es la esposa que dedica gran parte de su vida, principalmente su juventud, al lado de un hombre, y este la traiciona con una mujer más joven, abandonándola y dejándola sola con sus hijos.
O aquella joven soltera que anhela casarse, pero las relaciones que ha tenido siempre han terminado lastimándola.
Todas estas situaciones, y muchas otras no mencionadas, generan esos malos sentimientos que traen quejas y amarguras, las mismas que si no son presentadas en el “tribunal” correcto, probablemente continuarán trayendo dolor y frustración.
La Biblia menciona un hombre llamado Job que pasó por una serie de acontecimientos, que venían del mal, perdió sus bienes, todos sus hijos, sus amigos y hasta la salud. Lo que sucedió en su vida fue una verdadera injusticia.
“¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él” (Job 23:3-4) Job tenía una queja, sin embargo él no sabía dónde presentarla , dónde encontrar el tribunal para salir de esa situación. Hoy usted sabe que existe el Altar que es el tribunal de Dios en la Tierra, lugar en el que estaremos clamando para que Dios atienda nuestras quejas y haga justicia en nuestra vida.