Abraham venció a varios reyes, debido a eso, le correspondía tomar el botín de aquellos reinos, sin embargo, nunca quiso gloria para sí, apenas quería honrar a Dios con esas victorias.
Actualmente, las personas quieren honra para sí y, cuanto más esperan ese reconocimiento, más sufren. Muchos poseen extensas cuentas bancarias, pero son infelices en varios aspectos, a veces no tienen a alguien que los ame con sinceridad, la mayoría tiene depresión, nunca han tenido paz, incluso ya se casaron varias veces y fracasaron, otros viven de apariencias, muestran una felicidad fingida en las redes sociales, cuando en realidad cargan dentro de sí un gran vacío y, en algunos casos el suicidio es la válvula de escape que el diablo les presenta, apenas para destruir el alma de ellas. Entienda, la paz, la alegría y la armonía en el hogar no se compran con dinero, pues sólo Dios es capaz de darlas de forma íntegra.
La propuesta de Dios es totalmente diferente, es darle una vida nueva. A ejemplo de esa promesa está Abraham, un hombre sencillo, al que Dios le había prometido darle hijos, sin embargo, él llegó a los 99 años sin ver el cumplimiento de esa promesa.
¿Será que Dios se estaba burlando de Abraham? Claro que no, Dios vuelve lo imposible, posible.
«Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció el Señor y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto… y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.» Génesis 17:1 – 7
Abraham se mantuvo fiel a Dios hasta el día en que la promesa se cumplió.
Es la fidelidad a Dios que trae la bendición. Quien practica la fidelidad con Dios será él y respetará también a los demás, como Abraham que no tomó el botín de aquellos reyes a los que derrotó. Los fieles sin lugar a dudas, tendrán la vida bendecida que Dios prometió.
“Los planes que Dios tenía para mí eran mejor de lo que que yo había deseado…”
Mi vida fue un caos, era una joven rebelde y depresiva. Como mis padres estaban separados, tenía mucho resentimiento en contra de mi papá, porque él convivía más con su otra familia y a nosotros nos dejaba de lado.
Me gustaba ir a estas, donde comencé a beber alcohol y a juntarme con malas amistades; llegaba a casa de madrugada ebria. Había un vacío dentro de mí que buscaba llenarlo con varias relaciones, incluso me involucré con un hombre casado y tras sufrir desprecio de su parte me hundí en la depresión y en el vicio del alcohol.
En aquel tiempo mi mamá ya asistía a la Iglesia Universal, ella luchaba por mí en oración, participaba en las reuniones, y un día accedí a la invitación que me hizo. Desde el primer día en que empecé a participar de las reuniones, Dios me fue mostrando que había una oportunidad para empezar una nueva vida, renuncié a ese sentimiento dañino de odio, perdoné, fui liberada del vicio del alcohol, mi carácter fue transformado, tomé la decisión de bautizarme en las aguas y entregarme por completo a Dios, luego recibí la mayor alegría de todas, el Espíritu Santo, Quien llenó el vacío que había en mi interior, mis perspectivas de vida cambiaron, mi visión se abrió, con mi hermana nos convertimos en empresarias, abrimos un negocio familiar que creció más de lo que imaginamos, gracias a Dios hoy soy una mujer feliz y realizada.
•• Cristina Panchana