Todo comenzó en el vientre de la madre. Rebeca había estado mucho tiempo sin quedarse embarazada y ya era consideraba una mujer estéril. Su marido Isaac intercedió por ella y Dios le bendijo quedando embarazada. Sólo que no fue un embarazo normal como ella oía hablar de las otras mujeres más expertas.
Sus bebés vivían peleando en el vientre antes de nacer.
Cuando sus dos hijos estaban apunto de nacer, uno salió agarrando el talón del otro, le llamaron entonces Jacob. Ambos eran muy diferentes, el hijo que nació primero se llamaba Esaú y era pelirrojo y con mucho bello, muy diferente de Jacob. Pero no fue sólo en la apariencia que los dos se diferenciaban… Fue en casi todo.
Los gemelos crecieron y cada vez eran más diferentes. Esaú se hizo cazador, hombre del campo, mientras Jacob era un hombre tranquilo, que guardaba el hogar.
Esaú era el preferido del padre, pues tenía el perfil de líder, el hijo perfecto para quedarse en su lugar después de su muerte, pero Rebeca prefería a Jacob.
La Biblia no habla porque Rebeca prefería a Jacob,pero deja una pista cuando menciona lo que Dios le dijo, cuando aún no había concebido sus hijos:-
“Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.”
Rebeca sabía que por detrás de aquel hijo tranquilo había un hombre que dependía de Dios. Mientras que por detrás de aquel otro hijo fuerte, había un hombre que no dependía de Dios.
Esa era la mayor diferencia de los dos hermanos. Uno pensaba que era capaz de trazar su futuro, otro sabía que por sí solo no podría garantizar ningún futuro.
Continuará mañana…