Nuestras expresiones faciales hablan mucho más que nuestras palabras. ¿Sabía de ello?
No puedo tener una mirada inerte ante ciertas situaciones. Por ejemplo, si oigo algo que me asusta, mis ojos se abren. Si escucho algo que me genera duda, frunzo el ceño. Si no sé qué hacer, levanto la ceja …
Mis expresiones faciales hablan todo sin necesidad de decir una sola palabra. ¡Y usted debe tener las suyas y a lo mejor ni lo sabe, jejeje!
Pero nada muestra más fácilmente el interior del ser humano como los ojos. Ellos son considerados las ventanas del alma. Una vez el Señor Jesús dijo: “Son los ojos la lámpara del cuerpo.” (Mt 6.22) Si ellos son buenos, la luz entra por ellos, e ilumina la vida; pero si son malas, toda el alma estará en tinieblas.
El contacto visual es fundamental para relacionarnos con las personas. Imposible conversar con alguien sin mirarle a los ojos.
Dejar de mirar a los ojos de la persona con quien estamos hablando puede significar muchas cosas, como:
- Usted puede estar ocultando algo o tiene miedo de algo;
- Usted es tímido o inseguro;
- A usted no le interesa lo que se está diciendo.
La mirada puede mostrar respeto, sinceridad e inspirar mucha confianza, pero también puede revelar desprecio – como cuando se mira a la otra persona de arriba a abajo con aire de superioridad, por ejemplo.
Con la mirada se puede sonreír, brillar y contagiar. Pero puede llorar, hasta que se apague.
Hombres y mujeres no serían tan engañados si no despreciasen tanto la mirada, pues nada puede ser más revelador que ella.
Miramos tanta cosa y no miramos los ojos, que nos hablan más que una multitud de palabras.
Confirme la veracidad de las palabras oídas en la mirada, y así, con la ayuda del Espíritu Santo discernirá el ojo bueno del ojo malo.
Desgraciadamente, estamos en un mundo lleno de ojos que no tienen belleza. Ellos no logran contemplar la generosidad, la pureza de la buena intención y ni el amor, entonces pierden su tiempo viendo maldad en todo!
La visión física perfecta, no es garantía de que usted realmente ve, lo “que” debe ser visto y ni “cómo” sabrá evaluar lo que ha visto.
Entonces, esforcémonos todos los días para guardar nuestra mirada, porque un alma enferma contamina y oscurece los ojos espirituales hasta cegarlos completamente!
¡Su día será excelente si lo ve con los ojos de Dios!