Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
Los ojos son la lámpara del cuerpo, ellos muestran el brillo de la alegría del alma cuando ésta recibe el alimento de la Palabra de Dios, pero también reflejan la depresión y angustia por la falta de este alimento precioso, que es la Palabra divina.
El gran error de las personas está en usar todas sus energías y fuerzas en pro del bienestar de su cuerpo, descuidando así el alma que es lo más importante.
Todo lo que usted le proporcione a su cuerpo, amigos, fiestas, drogas, dinero, fama, éxito… no podrá calmar el dolor de su alma, nada lo hará, a no ser la Palabra de Dios.
Las personas le dan demasiada atención al cuerpo y desprecian el alma, esta es la principal causa de la depresión, es decir, el alma expresa su descontento por el desprecio recibido. ¿Qué podremos darle al alma para calmar su dolor? El único alimento capaz de nutrir su alma, es la Palabra de Dios. “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4). Cuando su alma recibe la Palabra divina, se acaban las dudas, miedos, traumas y temores, pues su alma recibe el Espíritu de la fe y usted se convierte en una persona segura, que tiene certeza que la Palabra de Dios se cumplirá en su vida. Quien se alimenta con la Palabra de Dios recibe Su dirección y pasa a tener discernimiento de lo que le conviene y de lo que no conviene, sus decisiones son basadas en los pensamientos de Dios, pues su vida ya no se basa en las emociones de este mundo, sino que vive en función de la voluntad de Dios, de esta manera no hay el mínimo chance de errar. La obediencia a la Palabra de Dios tiene dos caminos de aprendizaje, el camino del amor y el camino del dolor (sufrimiento). Infelizmente, muchos tienen que sufrir primero, para después entender que deben obedecer a Dios, para alcanzar así la salvación del alma y la realización de todos sus sueños.