Cuando una actitud extraña o aparentemente mala de alguien llega a nuestro conocimiento, es normal que formemos una opinión o preconcepto sobre ella, sin que contrastemos o consideremos, sí lo que acabamos de oír es la verdad.
¿Le parece descabellado? Pues siendo sinceros no está tan alejado de lo que la mayoría de las personas hacen. ¿Cuántas veces usted mismo ha juzgado, señalado o formado un concepto de algo o alguien, basándose en lo que “x” persona le dijo sobre aquel? Esto me recuerda el dicho: “juzgar un libro por la portada”.
A pesar de que esta postura es normal y hasta parece natural, en realidad va en contra de lo que la Biblia nos enseña. Nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Recibimos inteligencia superior a la de cualquier animal, pero a menudo nos vemos tomando actitudes irracionales y cayendo en la tentación de basarnos en la primera impresión.
La Biblia nos dice que todos somos iguales ante el Altísimo (Deuteronomio 1:17), y en el segundo capítulo de Santiago aprendemos que no debemos hacer acepción de personas, es decir aprobar o desaprobar de acorde a nuestros conceptos. Pero ¿por qué muchos aún caen en esa trampa? Fácil, porque dejan de lado el intelecto y ceden a las emociones.
Es decir, lo que siente al ver a una persona habla más de lo que en verdad usted puede ver en sus actitudes, en especial cuando su primera impresión está sujeta al preconcepto que creció, luego de escuchar a otros hablar sobre ella.
El Obispo Edir Macedo escribió en su blog: “la mayor ignorancia es criticar algo de lo que no se sabe nada al respecto. Y es por eso que el mundo está lleno de ignorantes disfrazados de sabios… Ellos olvidan que un punto de vista, no es nada más que eso”.
Por eso amigo lector, no se deje llevar por los comentarios de otros y juzgue sin conocer la verdad de los hechos.
El Obispo concluye diciendo: “desconfianza, envidia, miedo, carencia de atención, ignorancia y no pensar por sí mismo, son características humanas que todos nosotros tenemos. Por eso, todos somos culpables de un día haber hablado de lo que no sabíamos. Pero ahora que lo sabemos, no tenemos más excusas. Podemos ser mejores hablantes y principalmente oyentes”.
El Espíritu Santo le ayudará a lograrlo, por eso busque desintoxicarse de toda polución audiovisual y tener un encuentro con Él, participando de los 21 días del Ayuno de Daniel en el Cenáculo de Israel. No deje pasar esta oportunidad y conózcalo.
Abrí mis ojos
“Ladrones”, era la palabra que más usaba cuando quería referirme a la Iglesia Universal y eso se debía a las cosas que había escuchado sobre ella. Mi esposa asistía y yo le prohibía hacerlo.
Sufrí serios problemas de depresión, tomé un sinnúmero de medicamentos, frecuenté muchas denominaciones (iglesias) incluso brujos, pero nada funcionó.
Así que decidí intentar ir al lugar menos esperado, la Iglesia Universal. Llegué con preconceptos, respetaba lo que decían, pero era escéptico y en esa situación estuve aproximadamente un año, hasta que un día una palabra del pastor me incomodó y dije que nunca más volvería.
Toda la paz que había conquistado, en ese año, se esfumó, mi situación empeoró cada vez más, ahí comprendí el gran error que había cometido.
Volví, pero esta vez mi mente era diferente, estaba abierto a escuchar la voz de Dios y entregarme a Él. Fui bautizado con el Espíritu Santo y hoy soy otro hombre. Ademir