Existen tres mundos: el físico, el virtual y el espiritual.
El mundo físico obviamente es aquel que conseguimos ver con nuestros ojos. Ese es el mundo más conocido por la mayoría de las personas.
El mundo virtual también es muy popular, y está cada vez más ganando fuerza, y está logrando que mucha gente lo prefiera al físico, porque el virtual le permite ir a cualquier lugar en ese mundo. Él le permite “conocer” e interaccionar con millones de personas. Él también le da acceso a lo que el mundo físico no le permite, y eso le da una cierta “libertad” que llega a ser peligrosa. Inclusive permitiéndole ser alguien que a usted le gustaría ser.
Ya el mundo espiritual es muy desconocido por la mayoría. Muchos llegan a pensar que ni existe, pues no se coge ni se ve ese mundo. El acceso al mundo espiritual es “diferente” y, por lo tanto, nadie quiere esforzarse y ni arriesgarse, pues, es un mundo un tanto fuera del control humano.
Pero lo que mucha gente no sabe es que el mundo espiritual es lo que controla los otros dos mundos y, por eso, todos, incluso aquellos que dicen que no existe, están bajo su control.
¿Sabe aquel pensamiento que viene de tirarse cuando usted está en la ventana de un edificio? Pues es, él viene del mundo espiritual. ¿Y aquel odio que vive alimentando su mal comportamiento sólo para llamar la atención de sus padres? Pues bien, viene del mundo espiritual. El mundo espiritual alimenta lo que no se ve ni se oye, pero que existe y tiene más fuerza hasta de lo que se ve, pues hace acontecer cosas.
Ahí usted dice: – ¡estoy frita!
No necesariamente. El mundo espiritual tiene dos señores. El señor del mal, que es el diablo, que alimenta todo lo que es malo en el ser humano con sus ideas, pensamientos, supersticiones y mitos.
Y el Señor del Bien, que es Dios, que alimenta todo lo que es bueno en el ser humano: el amor, el perdón, la paz, la bondad etc. Cada vez que usted se deja llevar por las sugerencias del mal, usted puede tener certeza que va a estar perdida.
– Entonces, ¿como oír sólo las sugerencias del bien?
Invirtiendo en su vida espiritual.
¡Quién es espiritual no se deja llevar por el mal, pues lo reconoce de lejos! Pero quién no es espiritual… todo y cualquier pensamiento o deseo es presa fácil del mal.
Es por eso que el Señor Jesus nos compara a las ovejas… quién ya tuvo contacto con ellas sabe que las ovejas conocen la voz del pastor y, por eso, lo obedecen. Otras personas pueden llamarlas cuántas veces quieran, ellas no le atienden porque sólo reconocen la autoridad de su pastor.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen. ” (Juan 10.27)
Quién es espiritual es como esas ovejas. Ellas saben escoger a que voz oír.
En la fe.