La sociedad le quiere imponer una etiqueta. Y tiene miles de ellas para elegir. Si usted, por ejemplo, nació en una familia pobre, ella quiere que usted crea que nunca podrá cambiar su condición económica. Si usted es gordo (a), ella le va a mostrar un patrón estético y hará que usted crea que es feo (a) por no encajar en ese modelo, y la sociedad llega al absurdo de querer imponer el fracaso, o no, dependiendo de su color, etnia o sexo, cosas imposibles de cambiar, y mala suerte a los que no se encajan en su patrón.
Por más absurdo que sea, hay millones de personas que todavía aceptan la etiqueta que la sociedad quiere imponerles. Se dejan llevar por ideas mentirosas durante toda la vida y no realizan sus sueños. Y eso dura hasta que conocen al Único que puede liberarlas de esa prisión, el Señor Jesús.
Elija usted mismo Pero no es suficiente con creer en Dios u orar hasta que algo cambie. La transformación no depende solo de Él, sino de una indignación consciente, que lleva a la persona a no aceptar ni guiarse por las palabras de derrota.
“Usted es quien debe elegir una etiqueta, no la sociedad, ni nadie, usted debe decirse a sí mismo, a partir de hoy: “Mi nombre es vencedor, superación, campeón”.
Aliando esta actitud a la fe en la Palabra de Dios, el éxito comienza a formarse dentro de usted y perseverando, no tarda mucho en aparecer en el exterior.